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domingo, 15 de mayo de 2011

Constructores de la Iglesia del mañana


Escrito por Natalie Negrón Torrens
Viernes, 13 de Mayo de 2011 10:30

El sacerdote es sin duda la imagen de Cristo presente entre los hombres. En el documento conclusivo de Aparecida (198) dice que “el presbítero, a imagen del Buen Pastor, está llamado a ser hombre de la misericordia y la compasión, cercano a su pueblo y servidor de todos”. Evidentemente, esto incluye un sector de gran urgencia pastoral para Puerto Rico y América Latina, los jóvenes. En este mismo documento en el capítulo 9 se revela cuan apremiante es el impulsar y fortalecer la Pastoral Juvenil. Sin embargo se enfatiza que en el proceso de evangelización del joven, este debe ir acompañado de sus pastores.



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Teniendo presente el rol vital del sacerdote en la vida del joven, El Visitante se dio a la tarea de auscultar cómo la juventud percibe a sus pastores en la actualidad y cuáles son, ante sus ojos, las cualidades esenciales de un buen pastor.

Para uno de los coordinadores de Pastoral Juvenil de la diócesis de Caguas, Ángel Montes, un buen sacerdote es uno que ante todo, es cuidador y servicial.

“Un buen pastor cuida las ovejas de su rebaño, es un hombre de servicio y entrega a su comunidad. Ve a la Iglesia como su esposa y a nosotros como sus hijos, a quienes les enriquece con todo lo que sabe” dijo.

El joven laico también recalcó la importancia de la empatía y la sinceridad en el sacerdote, ya que éste no siempre ha vivido las mismas experiencias que los feligreses.

“La empatía es importante; en la medida que él se ponga en el lugar de los demás y pueda comprenderlo realmente, ahí será más efectivo. La empatía que se desarrolla con los jóvenes es esencial, son uno más y a la hora de hablar, uno se siente en familia. Ante la necesidad que existe de mantener la Iglesia activa y en crecimiento; nuestros pastores tienen que asumir la responsabilidad de motivar a sus jóvenes” puntualizó.

Para Cinthia Martínez, quien es coordinadora juvenil de la diócesis de Fajardo-Humacao, un buen pastor tiene que ir al par de los tiempos. “Debe ser moderno, que entienda la actualidad sin perder la perspectiva de los valores fundamentales de nuestra fe, ante todo debe querer enseñar a sus jóvenes y que su vida sea un ejemplo… un buen pastor no tiene que ser un superhéroe, simplemente lo más parecido a Cristo posible”, explicó.

El factor de entrega y dinamismo son claves para crear mayor afinidad entre los pastores y los jóvenes. En este punto hizo hincapié Juan Carmenaty, quien colabora en la pastoral juvenil de la diócesis del Yunque junto a Cinthia.

“Nuestros pastores son más eficaces en la medida que dan la milla extra por llegar al joven. La juventud tiene mucho vigor y amor a la Iglesia. Muchas veces necesitamos un pequeño impulso y ese debe venir de nuestros sacerdotes. Un buen pastor cree en sus jóvenes y así crea vínculos de genuina solidaridad y fraternidad que construye la Iglesia del mañana”, concluyó.