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domingo, 6 de diciembre de 2009

2000 Años predicando a Cristo Eucaristía


En la carta de Pablo a los Hebreos nos explica que Cristo es Eterno sumo Sacerdote para el perdón de nuestros pecados. (Hebreo 4, 5, 6, y 7) Pablo explica que toda la historia de Israel es una vivida en la Eucaristía. Me explico Luego de que Moisés establece el arca de la alianza que quiere decir reconciliación entre Dios y el Hombre. El pueblo de Israel escoge a un sumo sacerdote para ofrecer en sacrificio un cordero para sufragar los pecados al pueblo de Israel. Este sumo sacerdote tiene que estar puro y libre de pecado para que al momento de estar en la presencia de Dios en pleno sacrificio no muera al instante. Los judíos para tomar precaución de esto en la vestimenta del sumo sacerdote llevas puesto unas campanitas para que este al caminar se escuchara los pasos y saber que está con vida. Este sumo sacerdote 1ro se purifica, para luego entrar al lugar santo donde está el arca de la alianza y luego de una serie de oraciones ofrece la sangre del cordero sobre el arca para ofrecerlo en reparación de los pecados al pueblo de Israel. Al caer la última gota de sangre sobre el altar y luego de estar seguro de que los pecados del pueblo fueron perdonados sale de la tienda para dar gracias a Dios porque sus pecados quedaron perdonados.
Cristo es eterno sumo sacerdote porque el entra al lugar santo ante la presencia de su padre y se ofrece a sí mismo como un sacrificio para la vida eterna. Esto quiere decir que él es sacerdote y sacrificio a la misma vez. Será difícil explicar ¿Cómo es que Cristo es sumo sacerdote y ser cordero para el sacrificio a la misma vez? Cristo en la última cena no toma del último cáliz porque si lo hacía no se podía ofrecer a sí mismo como cordero al matadero de la cruz para el perdón de nuestros pecados. Tomo el pan sin levadura según es la costumbre y Jesús dijo: “Este es mi cuerpo que será entregado para el perdón de los pecados.” Aquí Cristo deja de ser sacerdote para ser cordero de salvación. Desde este momento Cristo asume lo que en el pasado se hacía desde Moisés ofrecer un cordero para el perdón de nuestros pecados siendo el mismo eterno cordero que presenciamos cada día en la sagrada Eucaristía.
En el Evangelio de Juan 6, Jesús es enérgico en que debemos comer su carne y beber su sangre para la salvación de nuestra alma. Jesús: “El que come mi carne y bebe mí sangre tiene vida eterna, y Yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y Yo en él.” Lo dijo porque para Dios nada le es imposible. Leemos este pasaje y piensan que esto no lo dijo con palabras verdaderas sino como mero simbolismo. En ese momento Jesús fue enérgico y directo en sus palabras. Previo a esto Jesús nos da las señales para que esto que él dijo se haga realidad. La 1ra fue a su Madre en las bodas de Cana al convertir el agua en vino. Demostrando que puede cambiar la estructura molecular de la bebida y hacerla otra rotalmente diferente. Luego previo a esta cita que le he escrito la multiplicación de los panes. Demostrando que puede multiplicar la materia teniendo tan poco para alimentar a muchos. No pueden creer que sin cambiar la estructura molecular del vino sea verdadera sangre, y sin que tener que multiplicar su estructura al pan sin levadura la hace su carne y no cambia el sabor del pan para que al degustarlo sea grato a nuestro paladar. Si esto llegase a ser mero simbolismo porque el Apóstol Pablo nos dice en su carta a los Corintios 11, 17-32 que quien coma y beba la sangre del Señor indignamente será reo de muerte. Queda claro que la Eucaristía el Dios hecho hombre está presente verdaderamente en cuerpo, alma y divinidad para que en vida el alma sea purificada en vida y luego si la misericordia de Dios ve lo purificada que está el alma que durante nuestra vida aquí en la Tierra se fue lavando desde el interior y quedando limpio y puro ante la presencia del eterno sumo sacerdote que sigue derramando su sangre en cada altar de este planeta.
Dios te bendiga hoy y siempre…
Por Guillermo Betancourt