Jesús dijo:"Como tú,Padre, en mi y Yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectactamente uno, y que el mundo conozca que tú me has enviado." Juan 17, 20-24
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miércoles, 18 de julio de 2012
El derecho de profesar el catolicismo
La libertad religiosa es un derecho protegido constitucionalmente en nuestra jurisdicción.
La constitución también prohíbe el discrimen basado en ideas religiosas. Específicamente, el Artículo 2, sección 1 indica qué: “la dignidad del ser humano es inviolable. Todos los hombres son iguales ante la Ley. No podrá establecerse discrimen alguno por motivo de raza, color, sexo, nacimiento, origen o condición social, ni ideas políticas o religiosas. Tanto las leyes como el sistema de instrucción pública encarnarán estos principios de esencial igualdad humana”.
La libertad religiosa, es un derecho tan indispensable que el propio estado, mediante la creación de la Constitución, su ley de mayor jerarquía, le relacionó inherentemente a la dignidad humana. Es por esta razón que podemos y debemos ejercer libremente nuestro credo religioso, sin temor a ser silenciados o discriminados por esto.
El Concilio Vaticano II, relaciona la libertad religiosa a la dignidad del ser humano. En dicho documento se subraya el valor eminente del derecho a la libertad religiosa: “Todos los hombres deben estar inmunes de coacción, tanto por parte de personas particulares, como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y ello de tal manera, que en materia religiosa no se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos”. (Concilio Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 2; AAS 58 (1966) 930-931.)
Como católicos estamos llamados a profesar y defender nuestra fe, a la misma vez que respetamos y permitimos a los demás profesar sus credos, religiones o creencias.
Recordemos que el respeto de la dignidad personal exige el respeto de la dimensión religiosa del hombre. Tenemos como miembros de la Iglesia, y de la sociedad, promover un reconocimiento efectivo del derecho a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa. Proteger estos derechos, es indispensable para todo pueblo que quiera garantizar el bien común.
Como laicos comprometidos, estamos llamados a evangelizar a nuestras comunidades. Dicha responsabilidad debe darse en un marco de respeto al prójimo y a su vez, bajo el marco del respeto de la libertad religiosa.
(Lcda. Kayla Feliciano)
Los beneficios de orar a los recién nacidos
“Como niños recién nacidos, busquen la leche no adulterada de la Palabra; gracias a ella crecerán”, (1 Pe 2, 2).
El ruido, la violencia y la crisis parecen dominar la sociedad puertorriqueña. Pero, transformar el ser en un remanso de paz es un ejercicio necesario desde que el infante ve la luz. Se pueden moldear a los hombres y mujeres del mañana mediante la exposición a la oración, la calma y los rezos, con estos recursos es posible fomentar un Puerto Rico mejor y sano. Especialistas señalan que orar resulta beneficioso para el recién nacido. Mencionado lo anterior usted se preguntará: ¿En qué forma la oración obra de forma positiva en su bebé? Eso lo contestaremos a continuación.
Oración saludable
La Dra. Luisa Burgos Vázquez, Pediatra y Directora del Centro Guadalupe Vida y Familia, habla sobre los beneficios de la oración en la salud del nacido y el que no ha nacido.
La pediatra indica que un ambiente en el que se fomenta la vida espiritual permite un entorno saludable para manejar tensiones. Por lo anterior, y de no mediar algún defecto congénito, la presión y el pulso sanguíneo funcionarán establemente, lo que a su vez propicia el buen funcionamiento de los sistemas corporales. Esto contribuye al sano desarrollo y a la buena salud. Permite un ser equilibrado incluso desde antes de su nacimiento.
Por otro lado, un ambiente con sobrecarga de tensión, en el que no esté disponible un recurso positivo como una saludable vida espiritual, provoca factores estresantes fuertes que pudieran causar daños irreparables, y hasta la muerte en casos extremos. La presión arterial alta, que provoca el estrés negativo de un entorno tenso y no controlado, puede romper arterias y venas lo que deriva en hemorragias peligrosas y fatales.
Antes de su nacimiento
“Se recomienda hablarle al bebé durante el embarazo para que se familiaricen con las voces de afuera. Por eso los médicos cristianos recomiendan la oración porque todo lo que llena a mamá de paz, mamá lo transmite al bebé”, confirma la Doctora Burgos.
Esa primera etapa de vida, que es de crucial importancia, va desde 0 a 6 años. “Después del primer mes de gestación el sistema neurológico ya está funcionando. Esa vida puede percibir, sentir el dolor y el afecto. Por eso destacamos los efectos positivos que la oración pueda tener en ese ser, que desde esa etapa, puede reaccionar”, detalla la pediatra.
Rezos en la salud mental
De la misma forma, la Psicóloga clínica de niños y adolescentes, Janet Sepúlveda Morales, Ph.D., destaca los aspectos positivos que tiene un ambiente espiritual para la salud emocional del vástago.
“Un entorno espiritual y positivo puede fomentar la salud mental del menor y mejorar su desarrollo, especialmente si se ora y se habla con el niño. De esta forma entenderá que su opinión se considera, lo que fomenta su autoestima”, subrayó Sepúlveda Morales.
Sobre la oración diaria y el proceso de aprendizaje en los infantes, la Psicóloga puntualiza: “Orar regularmente frente al recién nacido, puede tener como resultado, a largo plazo, que el niño imite/aprenda esta conducta. Los seres aprendemos por imitación”. La Dra. Sepúlveda destaca además que hacerle entender al menos por qué se ora, cuál es el propósito, es importante.
Familia que ora por el niño
Como especialista de la salud emocional infantil, Janet Sepúlveda ha visto los beneficios de la oración en la vida familiar y cotidiana: “Cuando esta actividad se realiza en familia, el menor tiene mayor seguridad a la hora de enfrentar los estresores diarios. La oración familiar ofrece el apoyo y cariño adecuado, para satisfacer esa necesidad básica que tenemos los seres humanos de pertenecer a un grupo”.
Bendición en todo momento
El Capellán del Hospital Auxilio Mutuo, Padre Francisco Javier Marrodán, CM, explica la importancia de orar por los recién nacidos. “Los papas, familiares o amigos pueden orar a Dios a favor del niño, para pedir que su presencia y bendición venga sobre él”, sostiene el sacerdote de la Congregación de la Misión, conocida como los Padres Paules.
Ante las complicaciones de salud que pueden enfrentar los niños hospitalizados el Padre Francisco recomienda la bendición diaria a los niños. No hay que esperar solamente por ese momento especial del nacimiento o situaciones en las que su bebé esté en peligro. Muchos padres lo saben. Y piden oración y bendición para sus hijos, sin que, necesariamente, se esté atravesando por un momento difícil. Lo hacen con la intención de que la presencia de Dios acompañe al infante. “Orar por los niños llena de alegría y su efecto es notable”.
En momentos como los descritos, una tradición que las familias católicas practican es encomendar al recién nacido al cuidado de San Ramón Nonato, quien recibió el sobrenombre de no nacido, porque su madre murió en el parto antes de que el niño viese la luz.
Desde El Visitante recomendamos que la familia, en su deseo de forjar seres de Dios, ore antes del nacimiento del niño. Y de la misma forma, a medida que continúe ese nuevo ser su crecimiento, es de vital importancia hacerle partícipe de la oración, esa relación viva que nosotros, como hijos de Dios, tenemos siempre a nuestro alcance. (Enrique I. López López)
La acción apostólica del laico en la coyuntura moral actual
Hace nueve años la Legislatura de Puerto Rico, declaró y estableció el segundo domingo del mes de julio como “Día de reflexión sobre la Moral y la Familia”. A tono con la exposición de motivos de esa normativa, conocida como Ley Número 302 del año 2003, El Visitante, como medio Católico, ha propiciado un diálogo sobre los principios que la Iglesia entiende deben guiar nuestra conducta, enmarcados en la realidad que vivimos como País. Por lo anterior hemos consultado a diversos especialistas. Ya dialogamos con el Presidente de la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Puerto Rico, Padre Ángel Darío Carrero, ofm, con el Profesor y Psicólogo Social Edison Viera Calderón, ahora le toca el turno al Decano del Centro de Estudios de los Dominicos del Caribe (CEDOC), fr. Yamil Samalot-Rivera, o.p.
A nuestra pregunta sobre lo que puede hacer un católico, y la Iglesia, ante la crisis sin precedentes que enfrenta el País en términos morales, Padre Samalot, quien también es director del Santuario Nacional San Martín de Porres, contestó: “La Iglesia como comunidad de creyentes y el católico, como creyente individual, tienen el deber de testimoniar, desde su fe bautismal, los valores evangélicos de la caridad, de la honradez, del perdón, de la justicia, de la verdad, de la comprensión, etc. Quien no crea en estos valores, no creerá porque solamente les hablemos de ellos... tendrán que vernos, como Iglesia, en acción”.
Ante esa respuesta preguntamos por el rol del laicado en esa acción apostólica, en esa pastoral: “A veces el laicado tiene la impresión, o se la hemos erróneamente enseñado así, de que cumplirán con su misión apostólica si después de salir de sus empleos son catequistas, o colaboran con la liturgia o son ministros extraordinarios de la comunión. Estas tareas apostólicas son muy importantes... Pero, son supremamente importantes, las horas que se pasan en la propia faena profesional o hasta familiar. Ese es el primer apostolado de un laico. Y son esos apostolados ‘seculares’ los que lograrán un cambio en la situación crítica de Puerto Rico”.
Por ese particular énfasis que Padre Yamil otorga a la faena profesional del laico, como zona de importancia en su misión católica, le pedimos ejemplos concretos: “No se trata precisamente de rezar el rosario en horas de trabajo o establecer un círculo de oración en la oficina. Eso puede ser muy encomiable, pero, y ante todo, el católico y la católica deben ser profesionales responsables, excelentemente preparados para ejercer el apostolado de su propia profesión. Es de esa forma que se puede dar testimonio de los valores evangélicos en medio de las tareas diarias. Así, y sólo así, se podrán ir sembrando semillas para el Reino”. Y estas reflexiones que ofrece este sacerdote dominico, acerca del testimonio que un católico debe dar en todo momento, no se circunscriben solo a profesionales de corporaciones y empresas. Al respecto puntualiza: “Esto incluye, incluso con más responsabilidad, a nuestros gobernantes y políticos católicos. A veces parecería que los valores del Evangelio son pospuestos ante agendas partidistas o ideológicas”.
Padre Samalot fundamenta sus observaciones con documentos y encíclicas importantes de la Iglesia y la doctrina católica: “El laicado tiene una misión especial en este asunto, según lo ha señalado el Concilio Vaticano II tanto en la Apostolicam Actuositatem como en la Gaudium et Spes. El beato papa Juan Pablo II, lo recordó una vez más al recoger las conclusiones del Sínodo de los Obispos de 1985, en la exhortación apostólica Christifideles Laici”.
A modo de cierre a esta entrevista, Padre Yamil llama la atención sobre algunas alternativas de acción que el laico tiene ante sí para cumplir con su misión apostólica, de modo que pueda contribuir en el desarrollo de una sociedad puertorriqueña justa, que tenga como eje central, en su proceder cotidiano, el respeto de la dignidad trascendente de la persona humana, tal como lo plantea la Doctrina Social de la Iglesia. “Finalmente, el católico y la católica ha de unirse a los esfuerzos de todos los frentes, sea de otros grupos cristianos, sea de asociaciones civiles, para luchar por un Puerto Rico mejor. La participación en marchas, protestas y otras manifestaciones por parte de la Iglesia Católica ofrece un testimonio muy valioso ante la sociedad de que nuestra fe no es "opio de los pueblos" sino todo lo contrario, una experiencia de vida que nos abre los ojos a la realidad y nos compromete a la transformación social. Es el gran sueño de Jesucristo... que se instaure el Reino que, en clave latinoamericana, se ha venido a conocer como "Civilización del Amor", concluyó.
(Carlos Cana)
La importancia fundamental de la familia: tema central del nuevo libro de Benedicto XVI
A través de la agencia de información internacional Zenit (www.zenit.org) llega una noticia importante para los lectores católicos de habla hispana. Y es que la edición castellana del nuevo libro del Papa Benedicto XVI circula ya en las librerías del mundo. Esta nueva entrega del Pontífice se titula: “El amor se aprende: Las etapas de la Familia”. El mismo fue motivado por la celebración del Encuentro Mundial de las Familas, el pasado mes de junio en Milán.
En una co-edicion de Romana Editorial con la Librería Editorial Vaticana, este libro reúne textos del Papa acerca de la llamada Iglesia Doméstica. La familia es una realidad viva y en movimiento, el ámbito en el que se aprende y transmite el amor cristiano, puntualiza el magisterio del Papa.
El Sumo Pontífice expone en estas páginas que el núcleo familiar está ligado de forma indisoluble a las diversas etapas de la existencia. Reflexiona acerca de la familia como un espacio privilegiado de amparo en la etapa primaria del ser humano, alimento en las fases de crecimiento y continuo epicentro de aprendizaje en los ciclos siguientes. Alfa necesaria para que la persona ya desarrollada pueda entonces asumir el rol que le corresponde en la creación de una nueva familia.
La formación agustiniana del Papa da los acentos particulares a su acercamiento. Por eso manifiesta que el amor se puede aprender. Experiencia que se robustece bajo el tutelar cobijo familiar en el transcurso del tiempo. Y con un lenguaje diáfano explica por qué la armonía colectiva es posible dentro de una sociedad que promueve la institución familiar. Evidencia como esa relación simbiótica entre familia y sociedad garantiza la paz, tanto en su plano individual como grupal del ser humano.
A través de su propia experiencia como integrante de una familia que le trató con amor, Benedicto XVI gravita su mensaje en un eje fundamental: ¿El amor “se aprende” o simplemente “se siente”? El reto al ser humano del siglo XXI es transformar ese sentimiento inicial en una verdadera entrega.
El Papa es claro en su mensaje: En el transcurso de su vida el hombre puede aprender lo que es el verdadero amor, y en ese dinámico proceso la institución familiar tiene un papel protagónico y fundamental. Una verdad esencial que comparte Benedicto XVI: Es imposible para el ser humano, por ser creado a imagen y semejanza de Dios, vivir sin amor. Por amor fue creado y por esa misma razón está en la capacidad de amar.
En “El amor se aprende: Las etapas de la Familia”, el Santo Padre se dirige, con la profundidad que le caracteriza, a la amplia audiencia de católicos alrededor del mundo, así como a otros lectores interesados en la importancia de la familia como pilar de la sociedad. Originalmente esta obra, de 215 páginas en la edición que estamos reseñando, se publicó en colaboración con San Paolo Edizioni, bajo la tutela del teólogo y editor Elio Guerriero. (Carlos Cana)
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