Jesús dijo:"Como tú,Padre, en mi y Yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectactamente uno, y que el mundo conozca que tú me has enviado." Juan 17, 20-24
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martes, 9 de junio de 2009
Los 12 Apóstoles
ANDRÉS: El apóstol afable
En el evangelio figura siempre como hermano de Pedro. Hombre de segunda clase: sonriente, amigable, cordial, sosegado.
En el evangelio se menciona su nombre tres veces, y cuando esto ocurre, lo vemos trayendo una persona a Jesús:
Juan 1, 40-41; 6, 8-10; 12, 22.
Es el hombre de un sólo talento, el de la amistad; ganar amigos para Cristo. Cristo lo escogió, porque los hombres de un
sólo talento son imprescindibles en el reino.
BARTOLOMÉ: El apóstol visionario
Era olvidadizo, extrovertido, visionario, místico, el hombre de otro mundo; soñador, se conducía como quien está enamorado.
Y así era; estaba enamorado de una visión, de una persona, de un reino. Es el hombre sin engaño, sin hipocresía, sin tapujos.
Así lo vemos en el momento mismo de su elección: Juan 1, 43-51. Es el precursor de aquellos hombres que se han entregado
totalmente a Dios.
FELIPE: El apóstol práctico
Siempre cauteloso, con sumo cuidado, conquistaba el terreno poco a poco, lleno de sentido común, meticuloso.
Felipe no busca a Jesús como otros discípulos; era demasiado práctico y no iba a creer en cualquier movimiento religioso.
Fue Jesús el que buscó a Felipe, y así tenía que ser; lo encuentra en Galilea, y le dice: "sígueme", en sus conversaciones plantea cuestiones prácticas y exige respuestas también prácticas: Juan 6, 7; 12,22; 14, 6-11.
La víspera de su muerte, Jesús lo reprocha por que aún no lo conoce y se le revela como "camino" para llegar al Padre.
MATEO: El apóstol rescatado
Hombre de mente ágil; buen estadista, matemático de gran talento; agudo, perspicaz, hábil; se fija metas y llega a lograrlas.
Publicano, recolector de impuestos; tenido por avaro, duro de corazón y corrompido. Jesús pasa junto a él por el sitio de los
impuestos y al escuchar de sus labios, aquella imperiosa invitación: "Sígueme", Mateo cierra los libros, sale de su trabajo,
abandona la caseta, y de publicano y estafador pasa a ser discípulo y seguidor de Cristo. Mateo 9, 9-13.
Después de la resurrección se dedicó a predicar a los judíos y para ellos escribió el Evangelio.
SIMÓN: El apóstol celoso
Pertenece a la secta de los Zelotes, partido político caracterizado por el fanatismo. Lucas lo llama Zelote. Lucas 6, 16. Quizá se decidió a seguir a Cristo abrigando la idea de un Mesías libertador, con la esperanza de una victoria política.
Pero a medida que caminaba con Jesús, iba cambiando. Sus ambiciones políticas, se transforman en ambiciones
pacíficas; su mentalidad militar se transformó en mentalidad misionera. Hizo suyas las metas y motivos del Maestro.
Mateo 10, 34; Mateo 26, 52, 10, 38.
SANTIAGO EL MAYOR: El apóstol ambicioso
Era pescador y trabajaba con su padre, Jesús lo llamó hijo del trueno; era de recia personalidad y temperamento ardiente.
Esto explica su reacción con los samaritanos cuando no quisieron hospedar a Jesús. Lucas 9, 54.
Fue el apóstol que con su hermano pretendió el primer puesto en el Reino. Marcos 10, 35-40.
Así fueron los hombres que Jesús escogió: envidiosos, egoístas, codiciosos, pero en su reino El les cambió el corazón.
Santiago fue el primer apóstol que selló con su sangre la verdad de la religión cristiana: Hechos 12,2
JUAN: El apóstol del amor
Está dotado de un espíritu sensible, pero era propenso al enojo, a la explosión; tenía mal genio, era irritable, impulsivo.
Tuvo que recorrer un largo camino para hacerse amable. Era pescador y trabajaba con su padre; el negocio había
prosperado pero Juan estaba intranquilo. Jesús lo encontró dispuesto a dejar la barca y a su padre, para ir en su compañía:
Mateo 4, 18-22. Estuvo junto a Jesús en los momentos de mayor intimidad y en los más amargos sufrimientos:
Juan 13, 23-25; 19, 25-27.
Después de la resurrección, Juan siguió dando testimonio de Cristo con un amor enérgico y decidido: Hechos 4, 13-22.
Pasó su vida anunciando a los hombres el mandamiento del amor Juan 13, 34-35; 15, 12-17. Sus últimos años los pasó
en Efeso de donde escribió el Evangelio y las Epístolas. Desterrado por el emperador Domiciano y luego fue puesto en libertad...
Murió en Efeso siendo de avanzada edad.
PEDRO: El apóstol del riesgo
Gran pescador de Galilea. Impulsivo, impetuoso, extrovertido; había nacido para ser líder.
Al llamarlo para el Reino, Cristo le dio el nombre de "Roca"; pero el evangelio nos muestra, que no actuó siempre
como "Roca"; Mateo 14, 27-30; 16, 21-23. Esta impulsividad lo lleva a responder de primero al Maestro, a tomar la
iniciativa, a actuar en nombre de los doce: Mateo 16, 16; 14, 28; Juan 21, 16; Lucas 5, 4-11. Negó a su maestro pero
su humildad lo libró de la desesperación Marcos 14, 27-31. Después de la resurrección hace la triple profesión de fe
y amor en su Maestro y Cristo lo confirma entonces como líder de su Iglesia: Juan 21, 15-17.
Entregando la vida llega a realizar el nombre que le había dado su maestro: "Roca". Murió crucificado en Roma.
JUDAS ISCARIOTE: El apóstol traidor
Jesús lo llamó también a él y le dio el nombre de apóstol; tuvo las mismas oportunidades que los demás; vio y oyó lo
que ellos vieron y oyeron. También anunció el Reino.
Pero fue el apóstol desertor. En la última cena, mientras Jesús le lavaba los pies, él estaba consumando la traición:
Juan 13, 18-20; en el huerto de los Olivos, estando Jesús en oración, lo entregó a los enemigos: Lucas 22, 47-53.
Al traicionar al Maestro, Judas se traicionó a sí mismo.
JUDAS TADEO: El apóstol constante
Hermano de Santiago el menor, es, por contraste con Judas Iscariote, el apóstol constante. En la última cena
hizo a Jesús una pregunta. La respuesta que recibe se convierte para él en norma de vida: Juan 14, 22-24.
En la carta que escribe a los cristianos los exhorta a la fidelidad, a no dejarse llevar por falsas doctrinas.
TOMÁS: El apóstol de la duda
Fue el más pesimista, el más melancólico, el más áspero y por lo tanto el más terco de todos los discípulos.
Miraba el mundo, los sufrimientos, la vida, con un extremado realismo. Era la encarnación de la duda. En tres
momentos el Evangelio registra sus palabras y en ninguno de ellos se desmiente: Tomás es siempre el mismo:
abatido, escéptico, obstinado: Juan 11, 16; 14, 2-4; 20, 24-29.
Solo después de la experiencia del resucitado en el cenáculo, Tomás se transforma, y exclama en un profundo
acto de fe: "Señor mío y Dios mío".
SANTIAGO EL MENOR: El apóstol desconocido
Es el más desconocido de los apóstoles; aparece en la lista de los doce, pero no más. Fue escogido para ver,
oír, andar y testificar. Es el símbolo de los millares de "nadies". Nadies que llegan a ser "Alguien", por la elección de Dios.
Siloé
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