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martes, 31 de mayo de 2011

Monseñor Cummings: custodio de una reliquia


Escrito por Julia Lopez
Miércoles, 25 de Mayo de 2011 16:09

Las paredes de la antigua Catedral San Juan Bautista encierran algo más que historia.

Anclado en el corazón del Viejo San Juan, el templo conserva vivo el recuerdo del año 1526 cuando por órdenes del primer obispo de Puerto Rico, Alonso Manso, se levantó su primera piedra.

Hoy, cinco siglos después, Monseñor José Emilio Cummings es el encargado de proteger, mantener y resguardar uno de los tesoros más importantes de la historia religiosa puertorriqueña.



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Monseñor Cummings cuenta que en el momento de su designación como rector del histórico templo se encontraba a gusto en la Parroquia Cristo Rey en Río Grande. Allí, como parte de su apostolado, compartía días de playa con el grupo de jóvenes que pastoreaba, visitaba el cine con sus feligreses y se divertía en campamentos improvisados en El Yunque.

“A principios del 2001 a alguien, en el Consejo Presbiteral, se le ocurrió elegirme rector de la catedral”, dice entre risas.

“No sugirieron a nadie más, sólo a mí. Pasó un tiempo, me quedé callado y no dije absolutamente nada, por si se les había olvidado (al Consejo Presbiteral). Pero un día el Arzobispo, Monseñor Roberto González me saludó en un retiro en Río Grande y siguió su camino. Pero, vi que su carro volvió y me dice: ‘Tú tienes que estar antes del día 13 de febrero en la Catedral’. Y le dije: ‘!Ay! Pensé que eso se había olvidado’, pero me dijo que no. Llegué a la iglesia el día de San Valentín y desde entonces estoy aquí”, recordó mientras un esbozo de sonrisa se dibujó en su cara.

Monseñor admite que han sido 10 años llenos de alegría y satisfacción, aún cuando asumir la administración de una institución tan importante representa mayores retos y desafíos.

“No es fácil estar al frente de cualquier catedral, en especial de ésta. Hay responsabilidades muy serias y grandes, porque es la cara de toda la Iglesia Arquidiocesana de Puerto Rico. Pero es muy gratificante. Hoy agradezco la oportunidad de nombrarme rector de la iglesia madre”, expresa el párroco.

El sacerdote lucha con tenacidad para sostener los cimientos de una edificación que luego de 500 años de antigüedad comienza a sufrir los embates del tiempo.

“He tratado de dar una imagen clara de lo que representa la catedral. Nos preocupamos de acoger debidamente a las personas que llegan hasta aquí para que se sientan bien. Siempre buscamos que esté todo ordenado y limpio. Muchos son turistas y visitantes; gente de paso. Por eso hay que trabajar un poco más fuerte para sostenerla, ya que es un edificio antiguo y se mantiene, en parte, de las ofrendas”, comenta Monseñor.

Al ser ordenado presbítero, Padre Cummings tuvo claro que sería un compromiso permanente con Jesucristo y su Iglesia.

“El sacerdocio se hizo para servir al pueblo. Yo no decidí ser sacerdote para quejarme, sino para tener un compromiso real y serio, ‘sin miedo’ como decía Juan Pablo II. Amo a la Iglesia y amo a la gente. En estos tiempos quien entra al seminario vive una vocación verdadera pero también enfrenta duras tentaciones. Hay que balancear todo y eso es lo que vela la Iglesia, esa formación sacerdotal”, repetía al mismo tiempo que exaltaba la figura de Juan Pablo II por su cercanía con los jóvenes.

Y es que durante su ministerio sacerdotal ha brindado una especial atención a las necesidades espirituales de la juventud católica, a quienes considera el futuro de la Iglesia.

“En mi vocación siempre ha reinado el compromiso de laicos con el pueblo de Dios. Hombres, mujeres y sobre todo, jóvenes activos en la Iglesia. Una parroquia sin juventud se queda a medias porque detrás de esos jóvenes viene su familia”, comenta pensativo.

Mientras conversa, saca de una gaveta de su escritorio una enorme fotografía. Tomada en el año 1984 y añejada por el tiempo, mostraba los rostros de quienes conformaron el primer grupo de jóvenes que pastoreó.

“¡Muchacha! Ya todos están viejos (sonríe). Muchos los casé y he bautizado a sus hijos. Siempre vienen por ahí a visitarme. Al día de hoy se mantienen firmes en la fe”, relata entusiasmado.

Tras 34 años de labor ininterrumpida al servicio de Dios y la Iglesia, Monseñor Cummings conserva en su corazón un amor especial por el apostolado misionero. Por esto, al culminar su compromiso como administrador de la Catedral de San Juan anhela retomar su labor misionera.

“He llegado a estos 10 años agradecido porque los retos se han cumplido, no se han quedado atrás. Hoy, después de tantos años reconozco que ha valido la pena ser sacerdote”, concluyó el rector.