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domingo, 29 de julio de 2012

En Foco: Parece que los medios no quieren al Papa

Actualidad El último conflicto surgido en la Iglesia, la crisis de filtración de documentos confidenciales del palacio pontificio, pone de manifiesto una realidad evidente desde que fue elegido a la cátedra de San Pedro: que Benedicto XVI es un papa rechazado por muchos medios poderosos, como lo son la prensa, ciertos intelectuales, grupos que se autodenominan “progresistas”, etc. Desde el mismo día de su elección, al Santo Padre se le denominó Papa-Nazi, etc. Gran parte de los medios de comunicación social resaltaba situaciones difíciles y dolorosas que el Santo Padre ha tenido que pasar. Podemos mencionar la crítica que hizo de Mahoma en una universidad alemana y que exacerbó los ánimos de los musulmanes y la crítica que hizo de los profilácticos como método erróneo para prevenir el SIDA en África. No olvido situaciones injustas de medios que lo responsabilizaron por el problema de los sacerdotes pedofílos, por lo que un sector antieclesial demandó su renuncia al solio de San Pedro. En Puerto Rico la situación no ha sido distinta. Recuerdo que en tiempos del beato Juan Pablo II no pasaban dos semanas sin que varios medios de comunicación no publicaran alguna noticia del pontífice polaco. Desde que el Papa Benedicto XVI está pastoreando a la Iglesia, pasan los meses y no se sabe nada de él. Cualquiera diría que el Santo Padre no hace nada. Lejos de la verdad, Benedicto XVI hace noticia, sólo que no las quieren reseñar. Veamos: Los medios de comunicación no presentan noticias tan importantes como las tres jornadas juveniles que él ha protagonizado y en las cuales Puerto Rico ha tenido una buena representación juvenil. La de Madrid fue muy especial: fueron quinientos jóvenes de Puerto Rico y en la vigilia participaron dos millones de jóvenes. Ninguna estrella de rock ha reunido tanta juventud. Los noticieros locales no reseñaron que el Papa, como todo un padre, se negó a abandonar a sus hijos en medio de la tormenta. Tampoco se han reseñado las visitas que el Sumo Pontífice ha realizado a Inglaterra, España, México y Cuba. En la visita a los Estados Unidos, Benedicto XVI cambió la percepción que la gente tenía de él puesto que se preocupó de hablar con víctimas de sacerdotes pedófilos y que fue toda una experiencia de sanación, en la cual hubo lágrimas de purificación. Además, los medios no reseñaron la segunda visita que el Papa hizo a Alemania, en la que tendió puentes con los protestantes, al hablar positivamente de Martín Lutero y presentar puntos teológicos en los que el reformador protestante estaba correcto. Tampoco los medios reseñaron las lágrimas de emoción del Papa ante la gran asistencia de sacerdotes para la clausura del Año Sacerdotal. Tampoco los medios reseñaron la gran valentía que Benedicto XVI desplegó en su carta a los católicos de Irlanda, en la cual mencionó que los enemigos de la Iglesia no eran los medios, sino los sacerdotes que le habían fallado a Cristo, a la Iglesia, a los padres y a los niños. En estos días, los medios no han mencionado ni la asistencia de dos millones de personas a Milán para el Congreso de Familias, ni la apertura del Año de la Fe, este próximo mes de octubre. La razón de esto la encontramos en el Evangelio de San Juan. Ahí Cristo nos dice: “Cuando el mundo los odie, tengan presente que primero me ha odiado a mí. Si pertenecen al mundo, el mundo los querría como a cosa suya, pero como no le pertenecen, sino que al elegirlos yo los he sacado del mundo, el mundo los odia (Jn. 15, 18-19)”. Durante el pontificado del Beato Juan Pablo II, el Cardenal Ratzinger, como prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, era el custodio de la verdad. Esto es, él tenía la encomienda que toda persona o institución que hablara o enseñara en nombre de la Iglesia Católica, siguiera las enseñanzas que la Iglesia había recibido de manos del mismo Jesús. Cada vez que un teólogo católico, una institución o un libro que enseñara cosas opuestas a la verdad revelada, eran llamados a capítulo por el Cardenal Ratzinger. Era al Cardenal Ratzinger quien le tocaba imponer la medida prescrita al caso en cuestión. Desde antes de su elevación a la cátedra de San Pedro, el Cardenal Ratzinger contaba con el repudio de parte de muchos sectores que buscaban que la Iglesia se relajara a muchas cuestiones, sobre todo de índole sexual. En su homilía antes de comenzar el cónclave que lo elegiría Papa, ya indicaba que “estábamos asediados por la dictadura del relativismo”. No es de extrañar entonces que en un mundo que quiere cambiar la definición de matrimonio para incluir parejas del mismo sexo, que quiere relativizar el matrimonio y que apoya al aborto, la figura de Benedicto XVI sea atacada. Por un lado, los medios tratan de ignorar al Papa cuando se levanta como “voz que clama en el desierto”, mas aprovechan la más mínima grieta de su pontificado para atacarlo. Por supuesto que el Papa, como humano, comete errores, como los cometió Juan Pablo II, como los cometió Pablo VI, como los cometió Juan XXIII, como los cometió el mismo San Pedro (que sepa yo, el único que no ha cometido errores es Cristo), pero el querer atacar al Papa gratuitamente e ignorar las cosas bellas que él hace, es un ataque a toda la Iglesia. Nosotros los católicos tenemos que estar en vigilancia y no dejarnos llevar por la corriente del mundo, que está opuesta a Cristo.

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