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lunes, 10 de mayo de 2010

La Pasión de María


Una larga noche:
Luego de la cena, María la Magdalena me acompaña al hogar a descansar, pero tengo una gran angustia en mi corazón que no me deja descansar. Recuerdo cuando regresaba de Jerusalén y mi hijo Amado se me ha perdido. Lo busque por 3 días. Fueron 3 días de angustia y desesperación mi bebe no aparecía. Así es mi angustia en este momento. Una Madre sabe cuando algo malo le va a ocurrir a mi hijo. Magdalena me tranquiliza dándome palabras de ánimo, pero yo se que esta noche será una larga noche…
La Mala noticia
Tocan a la puerta ¿Quién será? ¿Podría ser mi hijo? No porque él no toca solo entra. Abro y es Juan y me dice:”María a Jesús lo apresaron los soldados del sumo sacerdote y escribas como si fuese un delincuente.” Así como estaba me marche en busca de mi hijo. Mi corazón latía y tratando de ocultar mí lagrimas para no decaer en mi triste noche que me espera. Llegando a la casa del sumo sacerdote tropezamos con una escolta romana y denunciamos el acto de cobardía que el sumo sacerdote cometió contra mi hijo y en eso paso uno de los soldados del sumo sacerdote y me llamo loca que estaban procesando a una persona que violo la ley. Entre y vi como lo escupían y le daban de cachetadas. En eso veo a Pedro y al verme sale corriendo y llorando por negar a mi hijo 3 veces…
Ante Pilatos Mi Hijo
Pilatos trae a un Criminal para ver si al compararlo con mi hijo escogerían y no a este criminal. Pero los Sumos Sacerdotes y el pueblo gritaban Crucifícale. Mi voz se perdía en el alborotó que pedían la muerte de cruz para mi hijo. Fue traicionado por un Amigo, negado por su mano derecha Pedro y cambiado por un asesino llamado Barrabas y los otros 9 escondidos por miedo a será presado. Estoy con La Magdalena y el más joven de los discípulos Juan. Ahora se lo llevan para azotarlo.
Los azotes del Corazón
Los soldados romanos se preparan para castigar a mi hijo y Magdalena me agarra para soportar los azotes que Yo recibiré en mi corazón. Empiezan a dar los a azotes a mi hijo y mi corazón empieza a sangrar por las heridas que mi hijo recibe en todo su cuerpo. Pasa la 1ra ronda de azotes y él me mira y con fortaleza se pone en pie listo para recibir más castigo. A ver que se puso de pie mando cambiar los azotes por látigos con púas al final de los látigos. Yo quede horrorizada por el castigo esperado. Agarro fortaleza para que mi hijo no caiga porque su dolor es mi dolor y mi corazón sufre los latigazos que le arranca la piel de mi hijo amado. Cada pedazo de piel que sale de su cuerpo es como desgarrar mi propia piel.
Un Charco de sangre
Luego de una paliza que casi lo mata se lo llevan y dejan un charco de Sangre que me toca limpiar con dolor en el alma. Mientras limpio recuerdo que de niño Jesús se cayó y se golpeo en la cabeza y comenzó a sangrar yo al verlo de lejos corro y le doy un beso en la herida preocupada por su herida Jesús me dice:”Madre no te preocupes esto es una pequeña prueba de dolor que tengo que aprender a superar para la gloria de mi Padre.” No lograba comprender lo que en ese momento me había dicho. Ahora lo veo todo claro y se que apenas comienza el sufrimiento y que su dolor será mayor en la cruz.
Camino al calvario
Sale mi hijo caminando con una pesada cruz y le sigo para que al verme sienta la fortaleza que necesita para llegar a su destino. Mi pobre hijo a sangrado tanto y ahora una cruz castiga donde ya fue severamente castigado. Yo me sostengo de Juan y de Magdalena para no caer del dolor que llevo dentro de mi corazón. El no está solo sufriendo yo sufro con él.
Jesús cae
Veo a mi hijo caer y desesperada corro en su ayuda y mientras llegaba donde estaba él recordé otra ocasión que estaba llegando con José de hacer un trabajo y con alegría me quería mostrar un pequeño de talle de su parte y tropezó y cayó. Yo me asuste y le fui a levantar el se puso en pie y se echo a reír y yo del susto lo abrace. Al llegar lo vuelvo abrazar como a mi pequeño niño con el mismo amor que solo Yo su Madre le puedo dar.
2 cruces
Desnudan a mi hijo y Yo también me siento desnuda ante el dolor y la humillación de un cuerpo deforme por todos los golpes recibidos por mi pueblo y el gobierno romano. Ahora atraviesan manos y pies con filosos clavos y el grito de dolor atraviesa mi corazón. Juan me agarra para no decaer y ser fuerte ante la presencia de mi hijo. Yo me crucifico con mi hijo, su cruz es también mi cruz, su dolor es también mi dolor su sangre es también es mi sangre. Son 2 las cruces una la de mi hijo y la otra es la mía. Mi hijo en consuela desde su cruz dejando a mi cuidado a su discípulo más joven que desde anoche No me dejo sola Juan.
Otra vez en mis brazos
Ya muerto mi hijo el centurión le atraviesa una lanza en el costado y para mi gran asombro salió sangre y agua cuando debía estar ya desangrado. El centurión como testigo de este hecho reconoce que este es hijo de Dios. Luego lo bajan de la cruz y rápidamente me lo entregan en mis brazos. Lo agarre como si aun fuese mi bebito después de alimentarlo verlo dormir en mis seguras y tiernas manos. Lo recargo en mi pecho y lloro lo que en toda la noche y larde de hoy no pude. Para darle la fortaleza que él necesitaba para que se cumpliera lo mandado por su Padre. Siempre tan obediente en todo y todo lo hacía por Amor a su Padre y por Amor al perdón de los pecados de todos sus Amigos. La más grande muestra de Amor expresada en una Cruz.

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