Jesús dijo:"Como tú,Padre, en mi y Yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectactamente uno, y que el mundo conozca que tú me has enviado." Juan 17, 20-24
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domingo, 8 de agosto de 2010
¿Qué deben hacer para participar en la vida de Iglesia?
Escrito por Redacción EV
Viernes, 06 de Agosto de 2010 17:02
• Escuchar la Palabra de Dios
• Frecuentar el sacrificio de la Misa
• Perseverar en la oración
• Incrementar las obras de caridad
• Involucrarse en iniciativas
comunitarias
a favor de la justicia
• Educar a los hijos en la fe cristiana
• Cultivar el espíritu y las obras de
penitencia
“Que la Iglesia rece por ellos, los anime, se presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza”, dijo el Papa Juan Pablo II en la exhortación apostólica “Familiaris Consortio” de 1981.
“La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio”, aclaró el Pontífice.
En esa línea, resumió el Pontificio Consejo para la Familia que “la Iglesia no tiene el poder de modificar lo que hunde sus raíces en la enseñanza del Señor. Pero los divorciados que se han vuelto a casar por lo civil no deben sentirse fuera de la Iglesia, excluidos. Como dice el Santo Padre: ‘La Iglesia, instituida para conducir a la salvación de los hombres, sobre todo a los bautizados, no puede abandonar a sí mismos a quienes -unidos ya con el vínculo matrimonial sacramental- han intentado pasar a nuevas nupcias. Por lo tanto, procurará infatigablemente poner a su disposición los medios de salvación’. Todos ‘ayuden a los divorciados, procurando con solícita caridad que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida”.
(Conclusiones de un Congreso Teológico-Pastoral con motivo del Vigésimo Aniversario de la “Familiaris Consortio”, 20 de diciembre de 2001).
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