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domingo, 13 de marzo de 2011

En la Cuaresma


Escrito por Heidy N. Marrero Pérez
Miércoles, 09 de Marzo de 2011 14:17

Los niños también son llamados a experimentar una Cuaresma viva.

La comprensión y el crecimiento espiritual en este tiempo litúrgico son posibles aún para los más pequeñitos. Según explicó la directora del Centro Catequístico Diocesano de Ponce, Sor Amárilis Rosario Santos, O.P., la participación de los progenitores es trascendental.

“En principio, se supone que los padres sean esos primeros educadores en la fe. La formación comienza en la Iglesia doméstica, que es el hogar y la familia. Ciertamente, los niños aprenden por el modelaje de sus cuidadores. Ellos imitan lo que ven”, advirtió la religiosa.

Aunque los líderes del hogar deben procurar un crecimiento espiritual todo el año, la Cuaresma trae consigo oportunidades para promover la vivencia de fe en los niños.

“Es un tiempo muy propicio. De la misma manera que se va introduciendo al niño en los actos litúrgicos, es importante que se promuevan actos concretos en la vida cotidiana”, añadió Sor Amárilis.

En su experiencia, los niños reaccionan muy positivamente a ese estímulo. Ahorrar monedas en una alcancía y donarlas luego a una causa justa, puede transformar significativamente el corazón del infante.

“Es promover que ellos [los niños] también se acerquen al Evangelio. Que comprendan ese amor a Dios y al prójimo. Es una gran oportunidad para acercar a los niños a la figura de Jesús y que como Él, aprendan a perdonar”, aseguró.

Además, recomendó instruirlos en la práctica diaria de la oración. Igualmente, fomentar los valores de fidelidad, amistad, sacrificio y entrega.

“El ejercicio de escribir cartitas a Jesús tiene resultados maravillosos. Hay que enseñarles obras de misericordia, penitencia y oración. Es sorprendente ver cómo, después de haber sido enseñados, se hacen sensibles a los deambulantes en el semáforo. Los niños se abren al amor de Dios”, aseguró, no sin antes promover la militancia en la pastoral infantil.

“No debemos perder la esperanza [en los niños]. Debemos tener fijos los ojos en Jesús y continuar caminando”, finiquitó.

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