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domingo, 6 de marzo de 2011

Las cenizas: signo de la fragilidad humana


Escrito por Julia Lopez
Miércoles, 02 de Marzo de 2011 14:55

Cada año, el Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma. Un tiempo de oración, ayuno y penitencia.

La ceniza es signo de la fragilidad del hombre y de la brevedad de la vida. Con ella se invita a experimentar uno de los tiempos espirituales más trascendentales para todo cristiano.

Para la comunidad católica es motivo de esperanza y superación, ya que las cenizas sobre nuestras frentes representan la apertura del camino hacia el encuentro vivo con Dios.



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Elaborada a partir de la quema de las ramas de palmas del Domingo de Ramos del año anterior, las cenizas son bendecidas por un sacerdote y colocadas en la frente de los fieles durante la misa como llamado a la penitencia y la conversión. Penitencia como cambio de mentalidad y como expresión de libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo.

“Es el reconocimiento de nuestra situación de pecadores y nuestro deseo de ser nuevamente transformados por Dios”, explicó Jayson Orsini, vicario de la Catedral de Ponce.

Al inicio del cristianismo, se dibujaba una cruz con el residuo sagrado en la frente de aquellos penitentes - pecadores públicos- que se preparaban durante la Cuaresma para recibir la reconciliación. “Cuando dejamos que otros nos vean con la marca admitimos que necesitamos el poder de Jesús para reencontrarnos con El”, agregó el sacerdote.

El Papa Benedicto XVI, durante su mensaje para la Cuaresma, el pasado año, declaró que el rito de la ceniza es una invitación a recorrer este periodo litúrgico “como una inmersión más consciente y más intensa en la muerte y la resurrección de Cristo mediante la participación en la Eucaristía y en la vida de caridad, que de la Eucaristía nace y en la que encuentra su cumplimiento”.

“Con su imposición renovamos nuestro compromiso de seguir a Jesús, de dejarnos transformar por su misterio pascual, para vencer el mal y hacer el bien, para hacer morir nuestro “hombre viejo” ligado al pecado y hacer nacer al “hombre nuevo” transformado por la gracia de Dios”, recalcó el Sumo Pontífice.