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domingo, 4 de diciembre de 2011

‘‘Un Papa extraordinario”


Monseñor Fernando Felices,
en la actualidad, párroco de la Gruta de Lourdes, Trujillo Alto (Foto: JARG)

Juan Pablo II “el Grande”, así es como Monseñor Fernando Felices describió al Papa que nos visitó en el 1984, haciéndose eco de la expresión de nuestro anterior Delegado Apostólico Monseñor Francois Bacqué.

¿Cuál era su responsabilidad pastoral, como sacerdote diocesano, cuando Juan Pablo II visitó la Isla?

Dos circunstancias me permitieron apreciar más la visita del Papa a Puerto Rico. En 1984 acababa de ser nombrado Rector del Seminario Mayor Santa María de los Ángeles de la Arquidiócesis de San Juan. Los seminaristas ayudaron en la celebración de la Santa Misa como ministros menores del altar. La segunda razón fue que era también miembro de la Comisión que la Conferencia Episcopal Puertorriqueña había nombrado con motivo del Quinto Centenario.


El Santo Padre en la USC.
(Foto: Archivo Histórico Biblioteca
Madre Teresa Guevara - USC)

Juan Pablo II visitó a Puerto Rico el 12 de octubre de 1984 como parte de las iniciativas pontificias para fomentar en América Latina el novenario para celebrar el Quinto Centenario de la Evangelización de América.

¿Cómo se preparó la visita de Juan Pablo II?

Primero, hubo predicación. En nuestra Arquidiócesis se hicieron una serie de predicaciones que el Arzobispado mandó a las parroquias para explicar la misión de Pedro en la Iglesia de hoy y de siempre. En segundo lugar hubo una gran motivación espiritual e incluso entre los medios noticiosos que se unieron para transmitir y comentar la visita. Monseñor Francisco Arenas compuso una canción que se difundió a nivel de toda la Isla. También, como se trataba de la figura del Sumo Pontífice, - y ya que era la primera vez que un Papa visitaba la Isla -, había mucho deseo entre todos los miembros de la comunidad puertorriqueña de participar. El Visitante publicó una serie de artículos sobre la vida de Juan Pablo II y la misión del Papa en la Iglesia.

A Juan Pablo II lo conocí desde que era seminarista. Precisamente un mes después de haber entrado al Seminario a empezar mis estudios de teología eligieron a Juan Pablo II. Para mí fue algo muy especial porque ese Papa que yo había estado acompañando a lo largo de los cuatro años de estudios de teología lo iba a poder conocer personalmente.

¿Quiénes fueron los miembros de la Comisión del Quinto Centenario?

Entre los miembros, de la Comisión del Quinto Centenario de la Evangelización, estaban Don Ricardo Alegría, el Dr. Arturo Dávila, Sor Úrsula Quiñones, P. Fernando Picó, SJ, el Dr. Torres Oliver y este servidor. Estos son los miembros que recuerdo. Había un representante por diócesis: por ejemplo, Sor Úrsula y el Dr. Torres representaban a Mayagüez, el Dr. Arturo Dávila y Don Ricardo Alegría representaban a San Juan.

¿Por qué Juan Pablo II visitó a Puerto Rico?

El Papa no visita un lugar si no es invitado. Entiendo que fue S.E.R Luis Cardenal Aponte quien, por ser Cardenal de la Iglesia por decirlo así, tuvo la iniciativa principal de la invitación.

¿Cuáles fueron los lugares que visitó Juan Pablo II?

El Papa visitó fundamentalmente dos lugares fuera del aeropuerto internacional: la gran explanada de Plaza Las Américas para la celebración de la Santa Misa y luego la Universidad del Sagrado Corazón, que prestó las facilidades de la Cancha Bajo Techo para reunirse con los religiosos, seminaristas y sacerdotes de Puerto Rico.

¿Cómo describe usted la seguridad que se le brindó a Juan Pablo II?

Aunque el Papa no iba a pasar la noche en Puerto Rico y sólo estuvo un tiempo muy limitado, había que proveerle seguridad. Ahora bien, la seguridad, - que estuvo a cargo del gobierno federal y del servicio de seguridad del Vaticano -, fue , a mi entender, un poco exagerada. Por ejemplo, no pudo montarse en el Papa Móvil porque tenían miedo de que le fueran a disparar. Fue en un carro blindado. Muchas de las personas que lo fueron a saludar en la Avenida Baldorioty de Castro sólo vieron dos personas dentro de un carro: a S.E.R. Luis Cardenal Aponte Martínez y al Papa Juan Pablo II. Puedo decir que la gente pudo ver muy poco del Papa por la “protección” que se le dio. Su visita fue, por demás, muy breve y los únicos tres momentos que tuvo Su Santidad para tener contacto con el pueblo fueron: la recepción protocolar en el Aeropuerto, en la explanada de Plaza Las Américas y en la Universidad del Sagrado Corazón.

¿Tuvo algún contacto directo con Su Santidad Juan Pablo II?

Después de la Misa, el Papa fue trasladado a la Universidad del Sagrado Corazón en cuyas facilidades cenó, en privado, con los Señores Obispos de Puerto Rico.Después de dicha cena, y antes de dirigirse a los sacerdotes y consagrados de Puerto Rico, visitó durante cinco minutos a la Comisión del Quinto Centenario de la Evangelización. En este momento fue que el Sr. Cardenal me presentó al Sumo Pontífice, - ya que yo era quien presidía la Comisión -, y le dice: “Este es el Rector del Seminario”. El Pontífice lo único que dijo como respuesta fue lo siguiente: “Es muy joven”. Luego saludó a cada uno de los miembros de la Comisión y al acabar el saludo y decirnos unas palabras se despidió. En este instante le comento: “Rece por los seminaristas puertorriqueños”. El Sumo Pontífice me contestó: “Los llevo en mi corazón”.

¿Cuál fue su impresión cuando lo vio?

Su mirada; es incomparable y no hay foto que pueda representarla. Para mí, refleja una gran profundidad espiritual.

Después de esta experiencia y visita he acrecentado mi admiración, devoción y adhesión a la figura de Juan Pablo II como Papa, Teólogo y hombre de fe. Ha dado ejemplo heroico de lo que es ser testigo de ella. Por eso creo lo que dijo uno de los nuncios que hemos tenido, - Monseñor Bacqué -, cuando afirmó de nuestro Pontífice el siguiente atributo: “Juan Pablo II el Grande”.

Del mensaje que Juan Pablo II dirigió al pueblo, ¿cuáles fueron sus exhortaciones principales? ¿Entiende usted que se han realizado?

Todavía tenemos mucho que revisar y aprender de lo que nos dijo y de lo que ha continuado diciendo Juan Pablo II sobre la gestión de la Iglesia. Su gran preocupación, que es la Nueva Evangelización, sigue pendiente. Uno de los puntos, que como Rector a mí más me impresionó, fue cuando dijo que las vocaciones sacerdotales y religiosas en Puerto Rico son responsabilidad de toda la Iglesia y no sólo de los sacerdotes y religiosos. En aquél momento, Juan Pablo II felicitó a nuestra Iglesia porque todos los Obispos del país eran nativos. Él lo veía como un signo de madurez espiritual.

Juan Pablo II, en su mensaje en Plaza Las Américas, recalcó que tuviéramos un laicado maduro espiritualmente. Motivó a que se comprometieran los laicos, desde el seno de la sociedad, a ser luz del mundo y sal de la tierra.

También queda pendiente lo que el Papa mencionó con agrado, que es la construcción del Santuario a Nuestra Señora de la Divina Providencia. Además mencionó, citando a Fray Iñigo Abad y Lasierra, que el jíbaro se destacaba por su devoción a la Virgen María; y, una señal de esto era el llevar un rosario al cuello. También debo señalar que después de la visita de Juan Pablo II el número de ordenaciones sacerdotales aumentó notablemente en nuestras diócesis y congregaciones religiosas.

¿Quién es, para usted, Juan Pablo II?

Para mí, Juan Pablo II ha sido un Papa que ha transformado radicalmente el estilo de ser Pontífice Romano. Es decir, ha roto muchos de los moldes de lo que se suponía que un Pontífice fuese. Por ejemplo, muchas de sus enseñanzas doctrinales son geniales, atrevidas y novedosas. También la amplitud de sus viajes es inusitada. Ha tenido unos gestos verdaderamente proféticos: por ejemplo, la petición de perdón por los hijos de la Iglesia que habían fallado en el milenio que terminaba; sus desvelos ecuménicos han sido significativos; su afán por defender la dignidad de todo ser humano (no sólo de los católicos o de la Iglesia como tal) es sobresaliente; su teología del cuerpo ha cambiado el panorama de la teología moral, además de darle un fundamento metodológico sólido a esa disciplina, gracias sobre todo a su Encíclica sobre el Esplendor de la Verdad; su mariología es vivencial y riquísima; sus aportaciones a la teología de la familia, de los movimientos laicales, de la cultura y del presbítero han sido importantísimas; es el Pontífice que más católicos del mundo han podido ver y oír de cerca. También, le ha dado un rostro y una voz a la Iglesia de Cristo entre un inmenso número de personas no creyentes que lo han podido ver porque ha visitado a países musulmanes, budistas y ortodoxos. En Italia, creo que es el Pontífice que más diócesis y parroquias ha visitado.

Juan Pablo II ha sido una de las personas que más ha influenciado en mí, específicamente en mi desarrollo teológico y sacerdotal; después de San Agustín y de Santa Teresa de Jesús.