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jueves, 31 de mayo de 2012

La Iglesia: a impulsos del Consolador

La Iglesia está llamada a ser Templo del Espíritu Santo. Y lo es en la medida que ella se proyecte como tal en la historia. Quisiera compartir con ustedes 7 signos por los cuales podemos afirmar si la Iglesia está siendo o no Templo del Espíritu Santo. En la medida que la Iglesia sea Templo del Espíritu Santo, el Espíritu está o no está actuando en nuestras vidas. Veamos estos 7 signos: 1. Una Iglesia con madurez y en proceso de conversión: la Iglesia no puede cerrarse a crecer; no puede dar respuestas viejas a preguntas nuevas. Tiene que confiar en la capacidad del pueblo en hacer, desde una conciencia adulta, sus propias decisiones. La Iglesia tiene madurez cuando sabe capacitar para la libertad, ayudando a los fieles a ser adultos en su fe y responsables de su propio comportamiento; cuando ella ve a sus fieles, NO como niños sumisos, sino como sujetos y protagonistas de su propia historia. Una madurez que lleva a la Iglesia a reconocer su propio proceso de conversión. 2. Una Iglesia comprometida con la historia: la iglesia está en el mundo, como levadura en masa, para transformar toda sociedad. La Iglesia NO es un fin en sí. Su principal preocupación debe ser la causa de los hombres y mujeres: que todos podamos vivir la justicia, la fraternidad y la paz. La Iglesia, si es Templo del Espíritu Santo, tiene que ser profética: dispuesta a anunciar Vida Abundante; y denunciando lo que margina, excluye y quita la vida –sin importar credo, cultura, género o raza. 3. Una Iglesia misionera y evangelizadora: El mandato de Jesús fue claro: “vayan por todos los rincones del mundo a predicar la Buena Nueva”. La Iglesia, Templo del Espíritu Santo, es misionera por esencia. Su misión es ENSEÑAR a la manera de Jesús. Una enseñanza que cuestiona nuestra vida, cómo nos relacionamos con la naturaleza y con el mismo Dios; que va orientada al comportamiento humano, pero que motiva a responder con alegría y libertad. La Iglesia, Templo del Espíritu Santo, está llamada a evangelizar: a predicar un Jesús Vivo que es camino, verdad y vida. Evangelizar es llevar esperanza a la vida porque en Jesús está la Redención Copiosa. 4. Una Iglesia en sintonía con los signos de los tiempos: está en la vanguardia. Nunca está obsoleta porque el Espíritu la lleva a responder a las nuevas situaciones que van surgiendo. Jesús ha dado su Espíritu a la Iglesia para que sepa discernir el dolor, la opresión, y pueda ponerse del lado de los que sufren. Una Iglesia que es Templo del Espíritu Santo NO permanece pasiva ni callada ante situaciones de dolor y opresión. 5. Una Iglesia que vive la autoridad como servicio: “He venido a servir y no a ser servido” –repite Jesús a través de su vida. “El que quiera ser el más grande entre ustedes, que sea el servidor de todos.” Jesús fue reconocido como “persona que hablaba con autoridad”. Su autoridad procedía de su actitud de servicio para con los más pequeños. Si la Iglesia quiere ser Iglesia de Jesucristo, Templo del Espíritu Santo, entonces pastores y líderes, tenemos que rechazar toda autoridad que no se exprese en un verdadero servicio a los demás. La autoridad como imposición, atropello a la dignidad y a los derechos, autoridad como régimen dictatorial, tiene que ser rechazada. La Iglesia que es Templo del Espíritu Santo es una Iglesia Servidora. 6. Una Iglesia promotora de los diferentes ministerios. La Iglesia, Templo del Espíritu Santo, es dinámica y retadora en su dimensión misionera. El mismo Espíritu suscita hombres y mujeres que quieren continuar su obra evangelizadora. El testimonio y la vivencia de una Iglesia comprometida despierta en los jóvenes y adultos un deseo de servir a los más necesitados a través de la vocación sacerdotal, la vocación a la vida consagrada y los ministerios laicales. Una Iglesia Templo del Espíritu Santo promueve ministerios por encima de los movimientos. 7. Una Iglesia a la cual la oración constante y perseverante nunca le falta: En el Libro de Hechos de los Apóstoles se narra que la Asamblea de creyentes no cesaba de orar y se juntaban a pesar de sus dificultades. Era una oración de apertura a Dios para conocer Su voluntad. Una oración contemplativa que buscaba llegar a pensar y sentir a la manera de Dios. La Iglesia como Templo del Espíritu Santo conduce a sus fieles a vivir una oración creativa y dinámica por encima de los ritos y rezos tradicionales. Estos 7 signos han de estar presentes en la Iglesia que intenta vivir y ser Templo del Espíritu Santo: madurez y conversión, compromiso con la historia, misionera, en sintonía con los signos de los tiempos, ejerce una autoridad que es servicio, promotora de los diferentes ministerios, y siempre en oración contemplativa.