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lunes, 18 de febrero de 2013

Cuaresma: tiempo para madurar en la fe

Actualidad Esta Cuaresma 2013 es una oportunidad privilegiada de Dios para revisar nuestras actitudes, nuestra conducta y nuestras relaciones con el prójimo. Es un tiempo para asegurarnos de que no estamos cayendo en el pecado de la indiferencia, en el pecado de la conformidad, en el pecado de pensar que “así nos hizo Dios”. Es un tiempo de gracia para comprometernos a trabajar sin cansarnos para que ningún hombre ni ninguna mujer tengan que vivir sometidos al desprecio y la exclusión. Al iniciar la Cuaresma el Miércoles de Ceniza (el pasado 13 de febrero), la Iglesia utiliza las cenizas, sacadas de los ramos sobrantes de la celebración del Domingo de Ramos, marcando una cruz en la frente de las personas. Estas cenizas pretenden concienciar a los creyentes de que todo lo que el mundo llama “grande” termina en polvo y cenizas: “Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás.” También se puede decir: “Conviértete y Cree en el Evangelio.” El evangelio de Mateo (6, 1-6. 16-18), proclamado el miércoles de ceniza, comunica una verdad que estamos llamados a vivir: “No busques la recompensa de tus obras en la opinión de los hombres”. Luego nos plantea tres caminos indispensables para la conversión: El camino de la caridad: No es cuestión de dar unas monedas para quitarnos a un necesitado de encima. Ni es tampoco ser paternalista. Es saber descubrir al que sufre, al que se siente solo y despreciado. Es acoger y ser solidarios con aquellas personas que necesitan de nuestro tiempo, de nuestra amistad y de nuestra ayuda. Sin caridad no hay seguimiento de Jesús. Si somos auténticos en nuestra fe cristiana, entonces no hay más alternativa que formarnos en la vida de Jesús, organizarnos y luchar por cambiar la realidad de pecado en que vivimos. El camino de la penitencia: No es cuestión de hacer alguna penitencia “boba” que poco exige de nosotros. La penitencia que a Dios le agrada es aquella que nos lleva a un mayor compromiso con los valores del Reino de Dios: la justicia, el amor, la paz y la solidaridad. Através de la penitencia nos hacemos solidarios con los que sufren. No se puede ser cristiano sin penitencia. Pero no vale hacer penitencia por hacer penitencia. La penitencia auténtica me lleva a tomar conciencia de mi propia fragilidad humana. Si ayunamos, hagámoslo como protesta en una sociedad que va perdiendo su sensibilidad ante el sufrimiento. El camino de la oración: La oración que le agrada a Dios es una vida consagrada al servicio de los más necesitados. La oración es expresión de apertura, de confianza y de tener necesidad de Dios. El que se siente auto suficiente, no ora y si reza alguna oración es posible que lo haga para tranquilizar su conciencia. Hay que evitar la dicotomía entre oración y vida. La oración auténtica exige transparencia, coherencia y autenticidad. Jesús nunca tuvo una palabra de elogio para con los fariseos ni para con los maestros de la Ley, a pesar de que ellos eran los profesionales de los rezos. Hacían largas oraciones memorizadas y hasta espiaban a las personas que no participaban en esas “oraciones”. Al iniciar esta cuaresma 2013, nos preguntamos: ¿Estamos dispuestos a asumir un camino de lucha que pasa por la cruz, un camino de sufrimiento que llega a la vida, un camino de muerte que desemboca en la resurrección? ¿Cuáles son los acontecimientos que HOY en Puerto Rico continúan la pasión y muerte de Jesús? ¿Cuán conscientes estamos de que la pasión y muerte de Jesús NO son historia lejana? Es también realidad actual. ¿Cómo podemos aliviar el dolor y el sufrimiento de aquellos que se pasean por nuestras calles? ¿Qué necesitamos hacer para que la cruz no sea tan pesada en los hombros de tantos hermanos? Ante los tres caminos que nos presenta la Palabra de Dios, sugiero algunas acciones positivas: Camino de la caridad: Visita enfermos, envejecientes y presos, compartiendo palabras de aliento y esperanza. Lleva artículos de primera necesidad a personas necesitadas. Caminar en vez de guiar por algunos días y evitar viajes innecesarios. Recicla latas, plásticos, periódicos y vidrios. Si estás enojado con alguna persona, reconcíliate. Evita los chismes; que tus palabras sean edificantes. Hazte disponible para los que te necesitan. Camino de la penitencia: Ayuna una vez por semana y lo que ahorres dónalo a una causa noble. Evita los dulces, el cigarrillo, la bebida fuerte y otras “cositas” que te agradan. Limita el tiempo que dedicas a la TV (novelas y programas de poco valor). Dedica ese tiempo extra a tu cónyuge y/o a tus hijos. No comas carne por lo menos una día en la semana. En vez de comer bacalao o camarones, come vegetales, ensaladas o viandas. Evita desperdiciar tu tiempo en el Internet. Acércate a un deambulante y comparte una palabra agradable; hazle sentir que es tu hermano. Camino de la oración: Participa en una Eucaristía durante la semana. Haz el Vía Crucis en tu hogar, con tu familia, una vez en semana. Participa en alguna experiencia de retiro. Dedica 10-15 minutos diarios a la oración en familia. Participar con tu familia en la Eucaristía dominical. Lee y medita en las lecturas bíblicas del día.