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domingo, 27 de marzo de 2011

Cuaresma: de adentro hacia afuera


Escrito por Heidy N. Marrero Pérez
Miércoles, 23 de Marzo de 2011 15:06

El tiempo litúrgico de Cuaresma no es tradición sino transformación. Las disciplinas espirituales que ha establecido la Iglesia para este periodo son herramientas poderosas para el crecimiento de sus fieles. El Visitante conversó con Padre Adrián Jiménez, vicario pastoral de la Diócesis de Arecibo y sus enseñanzas no hicieron sino demostrar que el ayuno, la oración y las limosnas, pueden cambiar para siempre el caminar de un cristiano. En el caso del ayuno, es prioritario entender que no se trata sólo de evitar comer carne. “Muchas veces, limitamos el ayuno solamente a la comida. La abstinencia debe trascender a otras áreas de nuestra vida. No se trata de renunciar a algo, sólo por renunciar. Lo importante es equilibrarnos para vivir unos valores superiores y para el dominio de uno mismo”, expresó Padre Adrián.

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En este contexto, además de abstenerse del pecado, las malas actitudes y algunos alimentos, también es una opción inhibirse de ver televisión, consumir alcohol o cigarrillos. Lo esencial, según explicó el pastor, es que este ejercicio redunde también en acciones concretas. “¿Qué haremos con este tiempo que ya no se dedica a la televisión? Es la oportunidad de visitar enfermos, dialogar con la familia y orar juntos. Igualmente, el dinero que no se invierte en el alcohol puede ser destinado a ayudar a organizaciones que trabajan con los niños, los ancianos y otras personas en necesidad. La abstinencia tiene como fin introducir al hombre al equilibrio necesario de la vida. Sobre todo, en nuestra civilización occidental que está orientada a los bienes materiales”, aseguró el sacerdote. De otro lado, en tiempos de dificultad económica, la práctica de las limosnas pudiera percibirse como difícil de cumplir. No obstante, es necesario comprender que la dádiva no se reduce a las monedas. Si bien es importante colaborar a través del dinero, también podemos ofrendar algunas horas al servicio de otros.“Se puede limosnear en tiempo, dinero y alimentos. Hoy día hay necesidad de vivienda, atención médica e incluso, la preservación del ambiente. Podemos ofrendar de muchas maneras”, explicó el clérigo. Curiosamente, la experiencia de la Cuaresma comienza con la cercanía a Jesús y la transformación personal, pero termina con la empatía por otros y la metamorfosis social.

“Centrarse en el mejoramiento espiritual individual es el primero paso, pero como esa realidad me impacta, afecta también al que tengo a mi lado. La Cuaresma tiene un sentido renovador”, afirmó el Vicario. En la plegaria también es renovado el ser interior. Por eso, es un ejercicio insustituible.

“La oración nos debe acercar a Jesús y debemos emplearla como la mejor arma para combatir y ganar la batalla del pecado. En segundo lugar, nos debe acercar a los hermanos y sobre todo, a los más necesitados. Personalmente creo que la solución de los problemas se encuentra si buscamos más tiempo para escuchar a Dios en oración”, manifestó el presbítero. Aprender a escuchar la voz de Dios, va más allá de las respuestas sencillas. Encontrar al Padre amoroso en tiempos de catástrofe, puede resultar muy difícil para aquellos cuya fe ha sido conmovida con motivo de los últimos acontecimientos.

EV: Padre, al tratar de encontrar contestaciones del Todopoderoso, muchos pudieran preguntarse en dónde estaba Dios cuando Japón tembló.

“Es que eso se contesta con otra pregunta: ¿Dónde teníamos a Dios? Él está en el mismo lugar en que estaba antes de que temblara”, respondió Padre Adrián, con la certeza de quien ha conocido la verdad.

Sin duda, su reflexión nos impulsa a hacernos la misma pregunta en tiempo de Cuaresma: ¿Dónde tenemos a Dios?

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