Jesús dijo:"Como tú,Padre, en mi y Yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectactamente uno, y que el mundo conozca que tú me has enviado." Juan 17, 20-24
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miércoles, 22 de agosto de 2012
La fuerza la recibimos del Padre por Jesús
Written by Padre José A. Acabá Torres
Seguimos caminando en este tiempo, ya finalizado el tiempo de verano y retomando nuestros respectivos trabajos, echando una mirada profunda hacia la fuerza que se requiere para hacer de este camino cotidiano uno que nos acerque a la voz del Padre, a su amor que se ha manifestado en Jesucristo, quien a su vez, quiere llevarnos a conocer la voluntad del Padre y su cercanía y presencia salvadora.
Cuando escribo estas líneas, hace unas horas que llegué del hermoso país que es Vietnam, que no es una guerra sino un lugar lindo donde vive gente hermosa que procura sacar adelante su proyecto de vida. Entre otras cosas que viví con ese pueblo descubrí la gran capacidad del perdón que experimentan cada día. Después de una despiadada guerra uno puede llegar a pensar que hay mucho rencor, pero nada más lejos de la verdad: lo que descubrí fue una gran capacidad de perdón. Ese perdón que experimenté en estos días, hace que mire la palabra de Dios con más fuerza y ser capaz de entender que el amor y el perdón son la posibilidad que tenemos todos de avanzar y crecer. Cuanto más perdón y amor, mayor será la cercanía con el Padre.
En la Primera Lectura vemos mostrado el cansancio y el “ya no voy más”. Es muy propio de los seres humanos ante las dificultades y luchas del camino. Elías se siente cansado; las luchas han sido intensas, basta recordar el enfrentamiento con los 450 sacerdotes de Baal o las persecuciones de la reina Jezabel. Son luchas en las que se pone de manifiesto la entereza del profeta. La fuerza humana es débil pero la consistente presencia del Padre que ofrece alimento de vida para el profeta manifiesta el amor de un Dios que protege y vela por sus ministros.
El Salmo Responsorial es la reafirmación gozosa a la que se invita a todos a contemplar, a saborear la fuerza de un Dios grandioso que no se olvida, que sustenta y fortalece; que protege y siempre escucha, porque “Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias.”
La Segunda Lectura sigue el ritmo de la semana anterior: exhortaciones morales que nos hace el Apóstol Pablo y que implican un no “poner triste al Espíritu Santo”. Es un llamado a responder con fidelidad viviendo los criterios del Evangelio, que el apóstol resume diciéndonos que hay que seguir “siendo imitadores de Cristo”. El parámetro que tenemos todos los cristianos se circunscribe a mirar a Jesús y así vivir siguiendo el proyecto de Dios, nuestro Padre.
El alimentarnos para seguir adelante que veíamos en la primera lectura, encuentra su culmen en el Evangelio de hoy. Siguiendo con el discurso del pan de vida, Jesús reafirma que este alimento se da por el querer del Padre. Es el hijo, sí el hijo del carpintero a quienes los oyentes de Jesús conocían, quien se refiere a Dios como Padre; quien muestra la “intimidad” que existe entre ambos. Y quien presenta a los suyos un alimento para una vida diferente, para un gran proyecto de amor que es el Proyecto del Reino, que es en definitiva la propuesta nueva para una vida diferente.
Seguir consecuentemente este estilo nuevo del Reino requerirá mucha fuerza y empeño que solo lograremos a través de este alimento que nos propone Jesús hoy.
Caminar fue la exhortación con la cual inicié esta reflexión de hoy. Este camino, duro en muchas ocasiones, difícil porque nos cuesta ser consecuentes, es el que nos propone Jesús, porque así su Padre se lo ha dicho. Estas palabras, centro de la propuesta de Jesús, hemos de asumirlas con toda radicalidad, así lograremos avanzar en este llamado y vivir siendo seguidores genuinos y serios del Reino de nuestro Padre.