Jesús dijo:"Como tú,Padre, en mi y Yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectactamente uno, y que el mundo conozca que tú me has enviado." Juan 17, 20-24
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sábado, 25 de agosto de 2012
Incompatible con la fe cristiana
La práctica de retener o espacir las cenizas de un difunto.
(Nota de la Asistente Ejecutiva del Director: A petición de algunos lectores, El Visitante retoma y amplía el tema de la cremación, según la tradición católica.)
En Puerto Rico, al igual que en otros países, algunas personas optan por la cremación de los restos mortales del difunto. Sin embargo, esta práctica crea confusión entre los feligreses, específicamente, en la forma en que deben disponer de las cenizas del fallecido.
La nueva edición de “Rito de exequias”, publicada recientemente por la Librería Editrice Vaticana, subraya que los católicos no deben esparcir las cenizas de un difunto luego de ser cremado, ya que esa práctica, muy de moda actualmente, es contraria a la fe cristiana. Las cenizas deben ser enterradas.
Este documento aclara que, aunque la Iglesia no se opone a la cremación de los cuerpos, siempre y cuando no se haga por odio a la fe (“in odium fidei”), sí sigue considerando que la sepultura del cuerpo de los difuntos es la forma más adecuada para expresar la fe en la resurrección de la carne, así como para favorecer el recuerdo y la oración de sufragio por parte de familiares y amigos. Muy particularmente, “Rito de Exequias” afirma que la cremación se considera concluida, únicamente, cuando se deposita la urna con las cenizas en el cementerio.
Otro valioso texto que sirve de orientación a los cristianos es el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, publicado en el año 2002, por la Santa Sede.
“Separándose del sentido de la momificación, embalsamamiento o la cremación, en las que se esconde, quizá, la idea de que la muerte significa la destrucción total del hombre, la piedad cristiana ha asumido, como forma de sepultura de los fieles, la inhumación”, indica el #254.
Más adelante, explica que el entierro del cuerpo: “por una parte, recuerda la tierra de la cual ha sido sacado el hombre y a la que ahora vuelve; y por otra, evoca la sepultura de Cristo, grano de trigo que, caído en tierra, ha producido mucho fruto”.
Respecto a la práctica de la cremación, el documento exhorta a los fieles a no conservar en su casa las cenizas de los familiares, “sino a darles la sepultura acostumbrada, hasta que Dios haga resurgir de la tierra a aquellos que reposan allí y el mar restituya a sus muertos”.
(Grisel Rivas Class)
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