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jueves, 28 de octubre de 2010

El sacerdote formador y el gozo de ser padre


Escrito por P. Juan Luis Negrón Delgado
Viernes, 22 de Octubre de 2010 08:52

En ponencia dirigida a la Comisión de la Santa Sede para la América Latina, Monseñor Jorge Patrón Wong manifestó que en el perfil del joven contemporáneo se identifica una ausencia de la experiencia de la paternidad.

Es un dato fundamental para tener en cuenta a la hora de planificar nuestro trabajo pastoral, incluso, en el trabajo de formación sacerdotal, ya que es una realidad que puede estar manifestándose en no pocos candidatos al sacerdocio en nuestros seminarios latinoamericanos. Es una realidad que más que desalentarnos debe servir de motivación para reflexionar sobre la paternidad.

Pienso que para el varón una de sus mayores alegrías es el llegar a ser padre. Ser padre es más que ser el que procrea o el que provee. La paternidad es un diálogo espiritual entre el padre y el hijo. Si el padre no llega a conectar con el corazón de su hijo se queda sin la realización de su misión filiar. El sacerdote está llamado a vivir la paternidad espiritual, el Papa Benedicto XVI en un encuentro con los seminaristas de Polonia les expresó:

”Cristo necesita sacerdotes que sean maduros, viriles, capaces de cultivar una auténtica paternidad espiritual”.

El sacerdote sobre todo es padre y su misión está totalmente ligada a Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote que nos reveló el rostro del Padre.

Podemos decir que Jesucristo es Sacramento del Padre (Sj 8”19: Sj 1416-11) Ver a Jesucristo es ver al Padre, conocer a Jesucristo es conocer al Padre y estar con Jesucristo es estar con el Padre. La vida de Jesucristo fue toda una búsqueda para mostrarnos el amor profundo y pleno del Padre. En el libro La Paternidad Espiritual del Sacerdote, el P. Fernando Felices nos comparte en la conclusión general que: 6si nos convencemos que la misión de Jesús de Nazaret estaba centrada en revelarnos al Padre, no debemos dudar que un apelativo muy idóneo y teológicamente fundado para llamar al ministro de Cristo entre nosotros, es el de padre.s

Si vamos a sus parábolas, no es otra cosa que presentar una imagen de la misericordia y amor del Padre reflejado en la persona de Jesús. Podemos mencionar El hijo pródigo, a la que podríamos referirnos como el amor fiel e indisoluble del Padre; la de las ovejas que deja las 99 y va tras una a la que podríamos llamar el amor del Padre es único e irrepetible para cada uno de sus hijos; el encuentro de Jesús con la Magdalena qué es sino la muestra de una paternidad que levanta y recupera a la persona; el momento del lavatorio de los pies qué es sino una imagen de que somos hermanos por que Dios es Padre. Pudiéramos seguir haciendo referencias a momentos cruciales de la vida de Cristo. Podemos afirmar, que el sacerdote está llamado a mostrar la imagen de Cristo y, por lo tanto, está llamado a manifestar la Paternidad Divina.

La Pastores Dabo vobis en el no. 43 indica: “Siendo Jesucristo, cabeza y pastor en la comunidad, el presbítero debe reflejar en sí mismo, en la medida de lo posible, aquella perfección humana que brilla en el Hijo de Dios hecho hombre”.



Lo que debe causar mayor gozo en el sacerdote es ser imagen de Jesucristo y manifestar la Paternidad Divina, Paternidad Espiritual: Apacienta mis ovejas. El gozo de ser padre porque recordando a Santo Tomás de Aquino, el goce verdadero se realiza más que en la consecución de un bien.

La paternidad es un don, es donación del padre al hijo que busca fortalecer los talentos del hijo y su desarrollo integral. No es paternalismo que, por el contrario, busca llenar necesidades afectivas, lagunas psicológicas y los vacíos emocionales. No mira hacia el bien del hijo ni su desarrollo integral. En las Sagradas Escrituras se advierte sobre esto cuando dice: ”Ay de los pastores que se apacientan a sí mismos”.

Entonces ¿En que consiste la paternidad? Podemos mencionar cuatro vocaciones que manifiestan y son consubstanciales a la paternidad: Presencia, Acompañamiento, Diálogo y Camino. Sin presencia es imposible la paternidad. Unos de los graves problemas de hoy es que asistimos a un mundo donde el padre está ausente en la vida de los hijos trayendo como consecuencia la total ausencia de comunión espiritual en la relación filiar. Jesucristo le afirma a sus discípulos en Sj 14 19-20: 1”El mundo ya no me verá pero ustedes si me verán, aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre y ustedes en mi y yo en ustedes”.”

Una vez se realiza la presencia del padre se inicia el acompañamiento. Al sacerdote no le debe ser ajeno nada humano. Su vocación lo lleva al corazón de la humanidad. En el acompañamiento podemos identificarlo en el Camino de Emaús Lc. 24 13-15. Jesús se acerco y siguió con ellos. El acompañamiento requiere del padre una Kénosis, anonadarse, abajarse para escuchar, comprender y penetrar el corazón del hijo. Es cuando se inicia el verdadero diálogo de corazón a corazón, es un diálogo profundamente espiritual y supera los límites del lenguaje. Es un conocer el corazón, Jesús conoce el corazón de sus discípulos.

Podemos recurrir a San Pablo que se sabe padre de sus discípulos, así lo manifiesta en I Cor. 4114-21 cuando afirma que: “aunque hayan tenido diez mil pedagogos en Cristo, no han tenido muchos padres, he sido yo quien, por Dios creó al ser humano para ser el mayordomo de la creación Dios creó al ser humano para ser el mayordomo de la creación”.

La paternidad compromete al padre a ser modelo y camino de vida para el hijo. Quedaría incompleta la paternidad sino muestra el camino a seguir en la vida. En San Pablo vemos ese compromiso de padre que le lleva a presentarse como modelo de vida en Cristo para sus discípulos, I Cor. 1111-2 1Sean mis imitadores.S La paternidad conlleva mostrar el camino con la propia vida, el padre está llamado a mostrar en su ser aquello que sabe es el camino de realización y felicidad para su hijo.

El sacerdote como padre espiritual por su misma naturaleza, podemos decir, que se encuentra en una posición privilegiada que le ubica con una mayor facilidad en el corazón de las personas. Tiene la gran oportunidad de vivir lo que conlleva la paternidad. El gozo de ser padre, de engendrar hijos en la Fe, le lleva a cultivar una espiritualidad de la paternidad en la que asumiendo la persona de Cristo y con la Gracia del sacramento podrá entablar un diálogo de corazón a corazón con profundidad y sabiduría. Recordamos las palabras de San Juan de Ávila en el s. XVI que escribiendo sobre los sacerdotes indicó: R”Debemos actuar con afecto de padre y madre para con los hijos”.

(El Autor es Rector del Seminario Mayor Regional San Juan Bautista y Presidente de OSLAM.)