Jesús dijo:"Como tú,Padre, en mi y Yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectactamente uno, y que el mundo conozca que tú me has enviado." Juan 17, 20-24
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domingo, 25 de diciembre de 2011
sábado, 24 de diciembre de 2011
domingo, 4 de diciembre de 2011
‘‘Un Papa extraordinario”
Monseñor Fernando Felices,
en la actualidad, párroco de la Gruta de Lourdes, Trujillo Alto (Foto: JARG)
Juan Pablo II “el Grande”, así es como Monseñor Fernando Felices describió al Papa que nos visitó en el 1984, haciéndose eco de la expresión de nuestro anterior Delegado Apostólico Monseñor Francois Bacqué.
¿Cuál era su responsabilidad pastoral, como sacerdote diocesano, cuando Juan Pablo II visitó la Isla?
Dos circunstancias me permitieron apreciar más la visita del Papa a Puerto Rico. En 1984 acababa de ser nombrado Rector del Seminario Mayor Santa María de los Ángeles de la Arquidiócesis de San Juan. Los seminaristas ayudaron en la celebración de la Santa Misa como ministros menores del altar. La segunda razón fue que era también miembro de la Comisión que la Conferencia Episcopal Puertorriqueña había nombrado con motivo del Quinto Centenario.
El Santo Padre en la USC.
(Foto: Archivo Histórico Biblioteca
Madre Teresa Guevara - USC)
Juan Pablo II visitó a Puerto Rico el 12 de octubre de 1984 como parte de las iniciativas pontificias para fomentar en América Latina el novenario para celebrar el Quinto Centenario de la Evangelización de América.
¿Cómo se preparó la visita de Juan Pablo II?
Primero, hubo predicación. En nuestra Arquidiócesis se hicieron una serie de predicaciones que el Arzobispado mandó a las parroquias para explicar la misión de Pedro en la Iglesia de hoy y de siempre. En segundo lugar hubo una gran motivación espiritual e incluso entre los medios noticiosos que se unieron para transmitir y comentar la visita. Monseñor Francisco Arenas compuso una canción que se difundió a nivel de toda la Isla. También, como se trataba de la figura del Sumo Pontífice, - y ya que era la primera vez que un Papa visitaba la Isla -, había mucho deseo entre todos los miembros de la comunidad puertorriqueña de participar. El Visitante publicó una serie de artículos sobre la vida de Juan Pablo II y la misión del Papa en la Iglesia.
A Juan Pablo II lo conocí desde que era seminarista. Precisamente un mes después de haber entrado al Seminario a empezar mis estudios de teología eligieron a Juan Pablo II. Para mí fue algo muy especial porque ese Papa que yo había estado acompañando a lo largo de los cuatro años de estudios de teología lo iba a poder conocer personalmente.
¿Quiénes fueron los miembros de la Comisión del Quinto Centenario?
Entre los miembros, de la Comisión del Quinto Centenario de la Evangelización, estaban Don Ricardo Alegría, el Dr. Arturo Dávila, Sor Úrsula Quiñones, P. Fernando Picó, SJ, el Dr. Torres Oliver y este servidor. Estos son los miembros que recuerdo. Había un representante por diócesis: por ejemplo, Sor Úrsula y el Dr. Torres representaban a Mayagüez, el Dr. Arturo Dávila y Don Ricardo Alegría representaban a San Juan.
¿Por qué Juan Pablo II visitó a Puerto Rico?
El Papa no visita un lugar si no es invitado. Entiendo que fue S.E.R Luis Cardenal Aponte quien, por ser Cardenal de la Iglesia por decirlo así, tuvo la iniciativa principal de la invitación.
¿Cuáles fueron los lugares que visitó Juan Pablo II?
El Papa visitó fundamentalmente dos lugares fuera del aeropuerto internacional: la gran explanada de Plaza Las Américas para la celebración de la Santa Misa y luego la Universidad del Sagrado Corazón, que prestó las facilidades de la Cancha Bajo Techo para reunirse con los religiosos, seminaristas y sacerdotes de Puerto Rico.
¿Cómo describe usted la seguridad que se le brindó a Juan Pablo II?
Aunque el Papa no iba a pasar la noche en Puerto Rico y sólo estuvo un tiempo muy limitado, había que proveerle seguridad. Ahora bien, la seguridad, - que estuvo a cargo del gobierno federal y del servicio de seguridad del Vaticano -, fue , a mi entender, un poco exagerada. Por ejemplo, no pudo montarse en el Papa Móvil porque tenían miedo de que le fueran a disparar. Fue en un carro blindado. Muchas de las personas que lo fueron a saludar en la Avenida Baldorioty de Castro sólo vieron dos personas dentro de un carro: a S.E.R. Luis Cardenal Aponte Martínez y al Papa Juan Pablo II. Puedo decir que la gente pudo ver muy poco del Papa por la “protección” que se le dio. Su visita fue, por demás, muy breve y los únicos tres momentos que tuvo Su Santidad para tener contacto con el pueblo fueron: la recepción protocolar en el Aeropuerto, en la explanada de Plaza Las Américas y en la Universidad del Sagrado Corazón.
¿Tuvo algún contacto directo con Su Santidad Juan Pablo II?
Después de la Misa, el Papa fue trasladado a la Universidad del Sagrado Corazón en cuyas facilidades cenó, en privado, con los Señores Obispos de Puerto Rico.Después de dicha cena, y antes de dirigirse a los sacerdotes y consagrados de Puerto Rico, visitó durante cinco minutos a la Comisión del Quinto Centenario de la Evangelización. En este momento fue que el Sr. Cardenal me presentó al Sumo Pontífice, - ya que yo era quien presidía la Comisión -, y le dice: “Este es el Rector del Seminario”. El Pontífice lo único que dijo como respuesta fue lo siguiente: “Es muy joven”. Luego saludó a cada uno de los miembros de la Comisión y al acabar el saludo y decirnos unas palabras se despidió. En este instante le comento: “Rece por los seminaristas puertorriqueños”. El Sumo Pontífice me contestó: “Los llevo en mi corazón”.
¿Cuál fue su impresión cuando lo vio?
Su mirada; es incomparable y no hay foto que pueda representarla. Para mí, refleja una gran profundidad espiritual.
Después de esta experiencia y visita he acrecentado mi admiración, devoción y adhesión a la figura de Juan Pablo II como Papa, Teólogo y hombre de fe. Ha dado ejemplo heroico de lo que es ser testigo de ella. Por eso creo lo que dijo uno de los nuncios que hemos tenido, - Monseñor Bacqué -, cuando afirmó de nuestro Pontífice el siguiente atributo: “Juan Pablo II el Grande”.
Del mensaje que Juan Pablo II dirigió al pueblo, ¿cuáles fueron sus exhortaciones principales? ¿Entiende usted que se han realizado?
Todavía tenemos mucho que revisar y aprender de lo que nos dijo y de lo que ha continuado diciendo Juan Pablo II sobre la gestión de la Iglesia. Su gran preocupación, que es la Nueva Evangelización, sigue pendiente. Uno de los puntos, que como Rector a mí más me impresionó, fue cuando dijo que las vocaciones sacerdotales y religiosas en Puerto Rico son responsabilidad de toda la Iglesia y no sólo de los sacerdotes y religiosos. En aquél momento, Juan Pablo II felicitó a nuestra Iglesia porque todos los Obispos del país eran nativos. Él lo veía como un signo de madurez espiritual.
Juan Pablo II, en su mensaje en Plaza Las Américas, recalcó que tuviéramos un laicado maduro espiritualmente. Motivó a que se comprometieran los laicos, desde el seno de la sociedad, a ser luz del mundo y sal de la tierra.
También queda pendiente lo que el Papa mencionó con agrado, que es la construcción del Santuario a Nuestra Señora de la Divina Providencia. Además mencionó, citando a Fray Iñigo Abad y Lasierra, que el jíbaro se destacaba por su devoción a la Virgen María; y, una señal de esto era el llevar un rosario al cuello. También debo señalar que después de la visita de Juan Pablo II el número de ordenaciones sacerdotales aumentó notablemente en nuestras diócesis y congregaciones religiosas.
¿Quién es, para usted, Juan Pablo II?
Para mí, Juan Pablo II ha sido un Papa que ha transformado radicalmente el estilo de ser Pontífice Romano. Es decir, ha roto muchos de los moldes de lo que se suponía que un Pontífice fuese. Por ejemplo, muchas de sus enseñanzas doctrinales son geniales, atrevidas y novedosas. También la amplitud de sus viajes es inusitada. Ha tenido unos gestos verdaderamente proféticos: por ejemplo, la petición de perdón por los hijos de la Iglesia que habían fallado en el milenio que terminaba; sus desvelos ecuménicos han sido significativos; su afán por defender la dignidad de todo ser humano (no sólo de los católicos o de la Iglesia como tal) es sobresaliente; su teología del cuerpo ha cambiado el panorama de la teología moral, además de darle un fundamento metodológico sólido a esa disciplina, gracias sobre todo a su Encíclica sobre el Esplendor de la Verdad; su mariología es vivencial y riquísima; sus aportaciones a la teología de la familia, de los movimientos laicales, de la cultura y del presbítero han sido importantísimas; es el Pontífice que más católicos del mundo han podido ver y oír de cerca. También, le ha dado un rostro y una voz a la Iglesia de Cristo entre un inmenso número de personas no creyentes que lo han podido ver porque ha visitado a países musulmanes, budistas y ortodoxos. En Italia, creo que es el Pontífice que más diócesis y parroquias ha visitado.
Juan Pablo II ha sido una de las personas que más ha influenciado en mí, específicamente en mi desarrollo teológico y sacerdotal; después de San Agustín y de Santa Teresa de Jesús.
sábado, 3 de diciembre de 2011
Los Sacerdotes también Viven Encuentro
Así describen su relación con el movimiento Encuentro Matrimonial Mundial (EMM) en Puerto Rico, algunos de los sacerdotes que han experimentado el Fin de Semana de EMM.
Este movimiento, originado en la Iglesia Católica, no solo ofrece nuevas herramientas de comunicación a los matrimonios sino también a los sacerdotes y religiosas que deseen renovar y/o mejorar su comunicación con su comunidad y sus pares. Propone una espiritualidad basada en el diálogo y la comunicación.
“Para mí, Encuentro Matrimonial es un estilo de vida al cual yo he dicho que sí porque es esencial y permite que uno puede darse a conocer como uno es por medio de los sentimientos”, expresó Padre Felipe Núñez, integrante del Equipo Eclesial Nacional del movimiento en Puerto Rico.
“Ha sido una experiencia liberadora porque antes de Encuentro yo me veía como un sacerdote que no era funcional. Desde que pertenezco a EMM me siento libre de ser, no tan sólo de hacer cosas, si no de ser quien yo soy y sé que voy a ser amado incondicionalmente”, aseguró el sacerdote.
Padre Felipe, quien también es el Vicario de Pastoral Familiar de la Arquidiócesis de San Juan, reveló que el estilo de vida que propone EMM le ha ayudado a mantener una mejor relación con sus feligreses, ya que “les permito que me conozcan como soy y ellos se sienten libres de expresarse porque saben que no serán juzgados tampoco. Eso ayuda a que podamos desarrollar una comunidad de amor y de comprensión”.
De igual manera, Padre Vicente Peñalba, CMF, admitió que EMM lo ha ayudado a conocerse mejor. Peñalba, uno de los líderes del movimiento en la Diócesis de Caguas, vivió el Fin de Semana de EMM hace 20 años en República Dominicana.
“EMM me ha ayudado a valorar mi sacerdocio, a reconocerme como un pequeño Cristo que ama a su Esposa, la Iglesia, y me comunico con ella y me entrego en servicio de ella, como Cristo se entregó por ella y la humanidad. EMM, como sacerdote, me hace sentir amado especialmente por las personas del movimiento, como si fuera parte de sus vidas y así me lo expresan en los momentos de reunión y encuentros”, manifestó.
Por su parte, Fray Carlos Morales dijo que en Encuentro Matrimonial, gracias a la relación intersacramental, puede acercarse a los matrimonios y sus familias para conocerles y dejarse conocer tal cual es.
“Por mi estatura y volumen tiendo a asustar, a lo que añado mi cara de perro bulldog. Muchas veces no muestro que tengo el corazón blandito. Vivo el Encuentro Matrimonial como un lugar concreto en donde ofrezco y recibo amor; muestro y percibo el rostro de Dios”, dijo el religioso.
Otro que elogia los beneficios que los sacerdotes experimentan en EMM es Padre Melquiades Rojas, quien se ha dedicado a esparcir la semilla de EMM en la Diócesis de Arecibo.
“La experiencia del Fin de Semana y los matrimonios de Encuentro Matrimonial me han ayudado a experimentar el amor que Dios me regala y me invita a compartir con mi esposa, la Iglesia. Me siento feliz al poder compartirlo y al ser instrumento de su amor. También me siento bendecido por la cantidad de parejas de EMM que he conocido y que me han manifestado el amor de Dios en mi sacerdocio”, destacó.
En la Diócesis de Mayagüez, Padre Edgardo Acosta es uno de los que promueve los beneficios del FDS entre sus pares. “Vivo Encuentro como un regalo de amor. Es un don de la Iglesia al sacerdote y del sacerdote a la Iglesia”, afirmó.
Cualquier sacerdote, religioso o religiosa interesado en vivir la experiencia de EMM puede llamar al 787-905-7615 para conocer las fechas de los próximos Fines de Semana en cada diócesis y obtener información detallada.
“En mis 20 años de pertenencia activa en Encuentro Matrimonial pude entender un estilo de proyecto de vida -sacerdotal y comunitaria– basado en la necesidad del diálogo, comprensión y entendimiento del otro, que me ayuda en mi comportamiento y vivencia religiosa”, afirmó Padre Javier Elorriaga. “Debo mucho a Encuentro Matrimonial”.
Este movimiento, originado en la Iglesia Católica, no solo ofrece nuevas herramientas de comunicación a los matrimonios sino también a los sacerdotes y religiosas que deseen renovar y/o mejorar su comunicación con su comunidad y sus pares. Propone una espiritualidad basada en el diálogo y la comunicación.
“Para mí, Encuentro Matrimonial es un estilo de vida al cual yo he dicho que sí porque es esencial y permite que uno puede darse a conocer como uno es por medio de los sentimientos”, expresó Padre Felipe Núñez, integrante del Equipo Eclesial Nacional del movimiento en Puerto Rico.
“Ha sido una experiencia liberadora porque antes de Encuentro yo me veía como un sacerdote que no era funcional. Desde que pertenezco a EMM me siento libre de ser, no tan sólo de hacer cosas, si no de ser quien yo soy y sé que voy a ser amado incondicionalmente”, aseguró el sacerdote.
Padre Felipe, quien también es el Vicario de Pastoral Familiar de la Arquidiócesis de San Juan, reveló que el estilo de vida que propone EMM le ha ayudado a mantener una mejor relación con sus feligreses, ya que “les permito que me conozcan como soy y ellos se sienten libres de expresarse porque saben que no serán juzgados tampoco. Eso ayuda a que podamos desarrollar una comunidad de amor y de comprensión”.
De igual manera, Padre Vicente Peñalba, CMF, admitió que EMM lo ha ayudado a conocerse mejor. Peñalba, uno de los líderes del movimiento en la Diócesis de Caguas, vivió el Fin de Semana de EMM hace 20 años en República Dominicana.
“EMM me ha ayudado a valorar mi sacerdocio, a reconocerme como un pequeño Cristo que ama a su Esposa, la Iglesia, y me comunico con ella y me entrego en servicio de ella, como Cristo se entregó por ella y la humanidad. EMM, como sacerdote, me hace sentir amado especialmente por las personas del movimiento, como si fuera parte de sus vidas y así me lo expresan en los momentos de reunión y encuentros”, manifestó.
Por su parte, Fray Carlos Morales dijo que en Encuentro Matrimonial, gracias a la relación intersacramental, puede acercarse a los matrimonios y sus familias para conocerles y dejarse conocer tal cual es.
“Por mi estatura y volumen tiendo a asustar, a lo que añado mi cara de perro bulldog. Muchas veces no muestro que tengo el corazón blandito. Vivo el Encuentro Matrimonial como un lugar concreto en donde ofrezco y recibo amor; muestro y percibo el rostro de Dios”, dijo el religioso.
Otro que elogia los beneficios que los sacerdotes experimentan en EMM es Padre Melquiades Rojas, quien se ha dedicado a esparcir la semilla de EMM en la Diócesis de Arecibo.
“La experiencia del Fin de Semana y los matrimonios de Encuentro Matrimonial me han ayudado a experimentar el amor que Dios me regala y me invita a compartir con mi esposa, la Iglesia. Me siento feliz al poder compartirlo y al ser instrumento de su amor. También me siento bendecido por la cantidad de parejas de EMM que he conocido y que me han manifestado el amor de Dios en mi sacerdocio”, destacó.
En la Diócesis de Mayagüez, Padre Edgardo Acosta es uno de los que promueve los beneficios del FDS entre sus pares. “Vivo Encuentro como un regalo de amor. Es un don de la Iglesia al sacerdote y del sacerdote a la Iglesia”, afirmó.
Cualquier sacerdote, religioso o religiosa interesado en vivir la experiencia de EMM puede llamar al 787-905-7615 para conocer las fechas de los próximos Fines de Semana en cada diócesis y obtener información detallada.
“En mis 20 años de pertenencia activa en Encuentro Matrimonial pude entender un estilo de proyecto de vida -sacerdotal y comunitaria– basado en la necesidad del diálogo, comprensión y entendimiento del otro, que me ayuda en mi comportamiento y vivencia religiosa”, afirmó Padre Javier Elorriaga. “Debo mucho a Encuentro Matrimonial”.
Las Riquezas del Adviento
Written by Luis Malpíca
¡Qué lástima que se haya perdido en una gran porción del pueblo cristiano, inclusive nuestra Iglesia, el sentido profundamente religioso y sagrado de ese período de preparación, en expectativa gozosa de la Venida del Salvador!
Eso es lo que precisamente significa el vocablo, derivado del latín, adventus, venida. Muchos de los que tuvieron el singular privilegio de haber sido discípulos de Carlos Manuel Rodríguez, tanto en el Centro Universitario Católico; en Caguas, su pueblo natal; así como en toda la isla a través de sus publicaciones, nos han manifestado como éste, que quizá sea nuestro primer santo, aún siendo un laico, se instruyó y nutrió de cuanto pudo para entender y propagar el disfrute de este tiempo litúrgico tan singular.
Como se indica en las páginas 16 y 17 de la segunda edición de "En Aquel Tiempo" -libro sobre la vida y obra del beato Chali que les recomiendo leer-, este joven laico, quien, según los que le conocieron “vivió” y murió en olor de santidad, inició, allá por los años 50, una campaña educativa y pastoral en torno al Adviento. Indicaba a sus discípulos y amigos universitarios lo que ya, gracias al Concilio Vaticano II, debería ser de conocimiento de todos los fieles. Nos explicamos.
Este es un tiempo dominado por tres figuras centrales en las Sagradas Escrituras. A saber, el profeta Isaías, el precursor, S. Juan Bautista y la Santísima Virgen, madre del que habría de venir.
Ellos ilustraban la expectación del pueblo de Israel por el anhelado de las naciones: "Cielos, lloved las nubes al Justo”… “Yo soy voz del que clama en el desierto: enderezad los caminos del Señor” y por fin, la Esclava del Señor, ante el ángel S. Gabriel: “Hágase en mí según Tu Palabra”…
Cierto, vivimos “tiempos nuevos”. ¡Pero vaya problemas que nos hemos buscado, precisamente por perder esta visión de lo sagrado y el gusto por las cosas de Dios y su Iglesia! ¿No es acaso este el tiempo de renovación, durante el cual enderecemos nuestra vida por rutas que nos lleven a Dios?
Exhortamos a todos a ahondar en estos sagrados misterios de la venida, que según los padres de la Iglesia es triple: pues Cristo viene en profecía y en la historia; a nosotros mediante la gracia: Palabra y Eucaristía, y finalmente, al concluir la historia y el tiempo, en la Parusía.
Prácticas piadosas como la Corona de Adviento, la bendición del Árbol de Navidad y del Pesebre, así como el rezo de las bellas Antífonas o, todas contribuirán a que hagamos de éste no un tiempo de derrochar dinero, sino de lograr un caudal de bendiciones, riqueza del alma y del hogar, capaz de reformar, convertir, nuestra sociedad tan maltrecha.
¡Hagamos el propósito de gozar de las riquezas del Adviento!
jueves, 24 de noviembre de 2011
domingo, 6 de noviembre de 2011
lunes, 18 de julio de 2011
Una reflexión del Padre Nuestro
Por: Guillermo Betancourt
Director y editor
Católicos Unidos de Puerto Rico
Hoy quiero hacer una reflexión del Padre Nuestro. La oración que Jesús nos dejo para que al rezarla podamos vivirla según la meditemos en nuestro corazón. Cada palabra tiene un significado muy especial para Cristo que nos la dejo con el propósito de que vivamos la vida en la oración del Padre Nuestro:
Padre nuestro que estás en los cielos: en esta 1ra frase llamamos al Padre celestial creador de la vida que desde el cielo lo ve todo. Padre, papa que estás viendo a tú hijo que es un pecador; que velas por mi desde los cielos; porque me amas y me conoces desde antes de mi concepción.
Santificado sea tu nombre: Santificamos el nombre de Dios al decir estás palabras. Muchas veces nos olvidamos de que santificamos el nombre de Dios y lo maldecimos e insultamos. Ya sea la razón por la cual surgió el insulto. El enemigo constantemente nos incita en ofender a Dios de todo momento para pecar y caer en sus redes de la perdición.
Ven a nosotros tu reino: Palabras fuerte, deseamos que su reino llegue ya. Jesús mismo dijo que su segunda venida es para juzgar a vivos y a muertos. Aquí le reclamamos que llegue pronto para que seamos juzgados por Dios. ¿Usted sabe lo que dice al rezarlo? ¿Está totalmente seguro de que llegue pronto el reino de Dios? Porque hay que estar bien preparados y libre de todo pecado para entrar al reino de Dios. Piénsalo y reflexiona sobre tu vida y como la has llevado antes de pedir que el reino de Dios llegue pronto.
Hágase tu voluntad tu voluntad en la tierra como en el cielo: Aquí nos metemos en problema bien serio. Porque tenemos que hacer la voluntad de Dios. En otras palabras tenemos que seguir los 10 mandamientos, que cada palabra dicha en esta oración la debemos seguir al pie de la letra porque Dios hijo así lo desea. Jesús nos dejo esta bella oración para que cumplamos cada palabra expresada en esta oración. Ahora explico que esta voluntad se debe realizar tanto en la tierra como en el cielo. El problema es que en el cielo la cumple por estar en presencia constante con Dios. Lo difícil es realizarlo aquí en la tierra. El hombre con nuestro tentador trabajando 24 horas los 365 días del año sin descanso para que seamos presa del pecado.
Danos hoy el pan nuestro de cada día: El pan nuestro de cada día Jesús se refiere a el mismo que se nos da en la sagrada Eucaristía cada día durante la misa. Jesús mismo lo explico hasta saciedad que él mismo es el pan de vida que baja del cielo. Quien lo coma tiene vida en él y él en ti. Recibir cada día el cuerpo y la sangre de Cristo nos da la fortaleza de ser un mejor cristiano en el Amor de Cristo Jesús. La Eucaristía es la mayor herramienta que Dios nos da para no caer en el pecado. Porque al comer el cuerpo y beber su sangre hace que nuestra alma sea más fuerte para combatir las tentaciones del demonio que nos quiere separar de Dios. Te recuerdo que en la Eucaristía es la presencia real de Dios hecho Hombre contenido en un pedazo de pan que nos da la vida eterna si lo recibimos con Amor y libre de pecado.
Perdona nuestras ofensas como también perdonamos a quienes nos ofenden: Aquí la cosa se nos hace bien difícil. Porque si hay que cumplir su voluntad de Dios en la tierra y no perdonamos a quien nos ofende. Cristo te dice bien claro que debemos perdonar de la misma manera para poder recibir el perdón de Dios. La igualdad en el perdón es importante para que el Hombre demuestre que tenemos la misma capacidad de Dios de Amar a quienes nos ofende. El enemigo hace que el perdonar sea para el Hombre una tarea prácticamente casi imposible. Por lo tanto te exhorto a que hagas oración lo más constante que puedas, que busque dirección espiritual, y visite a Cristo Eucaristía presente en cada sagrario y te de fortaleza y te llene del Amor de Dios para perdonar a tu hermano cuando este te ofenda.
No nos deje caer en la tentación y líbranos del mal Amen.: Palabra clave líbranos de todo mal. ¿Cómo Yo puedo librarme del enemigo que no te deja ni un solo segundo de tu vida? Yo te daré la solución perfecta para que el enemigo se aleje de tu vida. Y para mí también me lo tengo que aplicar que soy igual de pecador que mi querido lector. 1. Hacer esta oración constantemente. 2. La confesión frecuente para estar reconciliados con Dios. 3. Asistir a misa con mayor frecuencia que usted pueda para recibir el mayor poder de oración que pueda realizar en un día. 4. Durante la misa recibe la mayor herramienta para defenderte contra el enemigo; que es recibir a Cristo Eucaristía que la presencia de Dios en cuerpo alma y divina que al consumirlo se hace presente en tu persona como templo vivo de Dios. 5. Si con todo lo anterior necesita una ayuda extra te recomiendo el Santo Rosario para que la Madre que está en los cielos sea quien te proteja como solo una Madre que Ama a sus hijos lo puede hacer.
Espero que esta pequeña reflexión sea para ti uno de ayuda y la puedas recomendar a quien la pueda necesitar.
Dios te bendiga con Amor tu Hermano en Cristo y María Guillermo Betancourt.
domingo, 3 de julio de 2011
Dios no es un objeto de experimentación humana, dice el Papa
Escrito por Aci/Prensa, Servicios Informativos Católicos
Sábado, 02 de Julio de 2011 07:24
Al presidir esta mañana la entrega del Premio Ratzinger a la investigación teológica, el Papa Benedicto XVI explicó que "Dios no es un objeto de la experimentación humana".
En su discurso a los ganadores del premio: el profesor Olegario González de Cardedal, el profesor Manlio Simonetti y el sacerdote Maximilian Heim, el Santo Padre explicó que existe un límite al uso de la razón: "Dios no es un objeto de la experimentación humana. Él es Sujeto y se manifiesta sólo en la relación de persona a persona: esto forma parte de la esencia de la persona".
Benedicto XVI hizo esta afirmación al contestar a la pregunta sobre lo que verdaderamente es la teología. "La teología –dijo– es ciencia de la fe, nos dice la tradición. Pero aquí surge, inmediatamente, la pregunta: ¿verdaderamente es posible? ¿O no es esto en sí mismo una contradicción? ¿Acaso ciencia no es lo contrario de fe? ¿La fe no deja de ser fe, cuando se convierte en ciencia? ¿Y no deja la ciencia de ser ciencia cuando está ordenada, o incluso subordinada, a la fe?"
"Estas cuestiones, que ya para la teología medieval representaban un serio problema, con el moderno concepto de ciencia se han vuelto aún más impelentes, a primera vista incluso sin solución. Se comprende así porqué, en la era moderna, la teología en vastos ámbitos se haya retirado primariamente en el ámbito de la historia, a fin de demostrar aquí su seria característica científica".
Benedicto XVI dijo luego que es necesario entonces "reconocer, con gratitud, que con esto se hayan realizado obras grandiosas, y el mensaje cristiano ha recibido nueva luz, capaz de hacer visible su íntima riqueza. Sin embargo, si la teología se retira totalmente al pasado, deja hoy a la fe en la oscuridad".
"Después, en una segunda fase, se han concentrado en la praxis, para mostrar que la teología, en relación con la psicología y la sociología, es una ciencia útil que da indicaciones concretas para la vida. También esto es importante, pero si el fundamento de la teología, la fe, no llega a ser al mismo tiempo objeto del pensamiento, si la praxis es referida sólo a sí misma, o vive únicamente de los préstamos de las ciencias humanas, entones la praxis se vuelve vacía y privada de fundamento".
Según señala la nota de Radio Vaticana, el Papa indicó que "por tanto, estos caminos no son suficientes. Por cuanto sean útiles e importantes, se convierten en subterfugios, y permanece sin respuesta la verdadera pregunta. Que resuena: ¿es verdad aquello en lo que creemos o no? En la teología está en juego la cuestión acerca de la verdad; ella es su fundamento último y esencial".
Tras explicar que al ser Cristo mismo la Verdad a la que se puede acceder a través de la razón humana, el Papa indicó que "la razón experimental se presenta hoy ampliamente como la única forma de racionalidad declarada científica. Lo que no puede ser científicamente verificado o falsificado cae fuera del ámbito científico".
"Con esta formulación se han realizado obras grandiosas; que ella sea justa y necesaria en el ámbito del conocimiento de la naturaleza y de sus leyes nadie querrá seriamente ponerlo en duda. Sin embargo, existe un límite a semejante uso de la razón: Dios no es un objeto de la experimentación humana. Él es Sujeto y se manifiesta sólo en la relación de persona a persona: esto forma parte de la esencia de la persona".
El Santo Padre refirió luego un segundo uso de la razón: "el amor quiere conocer mejor a aquel que ama. El amor, el amor verdadero, no vuelve ciegos, sino videntes. De esto forma parte precisamente la sed de conocimiento, de un verdadero conocimiento del otro".
"Por esto, los Padres de la Iglesia han encontrado los precursores y los pioneros del cristianismo –fuera del mundo de la revelación de Israel– no en el ámbito de la religión consuetudinaria, sino en los hombres en busca de Dios, en los "filósofos": en personas que estaban sedientas de verdad y estaban, por lo tanto, en camino hacia Dios".
"Cuando no existe este uso de la razón –precisó el Papa– entonces las grandes cuestiones de la humanidad caen fuera del ámbito de la razón y son dejadas a la irracionalidad. Por esto una teología auténtica es tan importante. La fe recta orienta la razón para abrirse a lo divino, a fin de que ella, guiada por el amor por la verdad, pueda conocer a Dios más de cerca".
"La iniciativa para este camino está en Dios, que ha puesto en el corazón del hombre la búsqueda de su Rostro. Por tanto, forma parte de la teología, por un lado, la humildad que se deja "tocar" por Dios y, por otro, la disciplina que se liga al orden de la razón, preserva el amor de la ceguera y ayuda a desarrollar su fuerza visiva".
Finalmente el Papa dijo ser "consciente de que con todo esto no ha sido dada una respuesta a la cuestión acerca de la posibilidad y la tarea de la recta teología, sino que sólo ha sido puesta en luz la grandeza del desafío ínsito en la naturaleza de la teología. Sin embargo, precisamente de este desafío el hombre tiene necesidad, porque ella nos impulsa a abrir nuestra razón interrogándonos acerca de la misma verdad, acerca del rostro de Dios"
Hambre en el mundo es resultado de egoísmo y especulación, dice el Papa
Escrito por Aci/Prensa, Servicios Informativos Católicos
Sábado, 02 de Julio de 2011 07:22
En su discurso a los participantes de la 37° conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Papa Benedicto XVI hizo un enérgico llamado a luchar contra el hambre en el mundo que es el resultado del egoísmo y la especulación.
En su discurso en francés en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Papa saludó al nuevo director general de ese organismo José Graziano da Silva y agradeció al anterior, Jacques Diouf, el servicio que con "competencia y dedicación" había prestado a la FAO durante sus años al frente de ella.
"La pobreza, el subdesarrollo y el hambre –dijo– son a menudo el resultado de actitudes egoístas que, partiendo del corazón del ser humano se manifiestan en su actividad social, en los intercambios económicos, en las condiciones del mercado y se traducen en la negación del derecho primario de toda persona a nutrirse y, por lo tanto, a no padecer hambre".
"¿Cómo podemos ignorar el hecho de que hasta los alimentos se han convertido en objeto de especulación, o están ligados a la marcha de un mercado financiero que, sin reglas claras y carente de principios morales, se rige solo por el objetivo del beneficio? La alimentación es una condición que afecta al derecho fundamental a la vida".
"La situación internacional caracterizada por la inestabilidad y el aumento de precios exige respuestas concretas y necesariamente unitarias para lograr resultados que los Estados solos no pueden garantizar".
Esto significa hacer que la solidaridad sea un elemento esencial para todas las políticas y estrategias. "En esta perspectiva –prosiguió– las instituciones de la comunidad internacional deben actuar en línea con su mandato de defender los valores de la dignidad humana eliminando las actitudes de cierre y no dejando espacio a instancias particulares que se hacen pasar por intereses generales".
Benedicto XVI recordó que también la FAO "está llamada a relanzar su estructura removiendo los obstáculos que la alejan del objetivo indicado en su Constitución de garantizar la nutrición, la disponibilidad de la producción de alimentos, el desarrollo de las zonas rurales con el fin de garantizar a la humanidad la libertad del hambre".
El Papa habló a continuación de "la situación de millones de niños que son las primeras víctimas de esta tragedia, condenados a una muerte precoz o a una merma de su desarrollo físico y psíquico" y señaló que "la atención a las generaciones más jóvenes puede ser una manera de combatir el abandono del trabajo rural y agrícola".
Asimismo lamentó que "a pesar de los compromisos adquiridos y las obligaciones resultantes, la asistencia y ayuda práctica se limitan a menudo a las emergencias, olvidando que una concepción coherente del desarrollo debe ser capaz de diseñar un futuro para cada persona, familia y comunidad mediante la promoción de metas a largo plazo".
Por lo tanto, se debe apoyar aquellas iniciativas "encaminadas a redescubrir el valor de la empresa familiar rural y sostener su papel central para lograr una seguridad alimentaria estable".
"La seguridad alimentaria es una exigencia auténticamente humana. Garantizarla para las generaciones actuales y futuras también significa proteger los recursos naturales de una explotación frenética ya que la carrera al consumo y al derroche parece hacer caso omiso de la atención por el patrimonio genético y la diversidad biológica, que son tan importantes para la actividad agrícola".
Finalmente el Papa indicó que "en este momento en que los muchos problemas que afectan a la actividad agrícola están acompañados por nuevas oportunidades que contribuirían a mitigar el drama del hambre, podéis trabajar para que, garantizando una alimentación que responda a las necesidades, cada persona crezca según su verdadera dimensión de criatura hecha a semejanza de Dios".
El Papa celebra con los cardenales su 60 aniversario sacerdotal
Escrito por Zenit, Servicios Católicos Informativos
Sábado, 02 de Julio de 2011 07:18
Benedicto XVI celebró este viernes el sexagésimo aniversario de su ordenación sacerdotal, que tuvo lugar el 29 de junio, fiesta de los santos Pedro y Pablo, comiendo con los miembros del colegio cardenalicio en la Sala Ducal del Palacio Apostólico Vaticano.
Para la ocasión, el Papa citó las palabras del Salmo 133 “¡Qué bueno, qué dulce habitar los hermanos todos juntos”, destacando la belleza de la convivencia y del vivir juntos la alegría del sacerdocio, informa L’Osservatore Romano.
Después repasó el camino andado desde el día de su ordenación sacerdotal, celebrada en 1951 en una Alemania destruida por la guerra, con una economía en crisis y una extendida pobreza material y espiritual.
Recordó los años, tras el Concilio Vaticano II y la difícil época de la revolución cultural del 68, en los que trabajó en estrecho contacto con el papa Juan Pablo II y después la inesperada elección al trono de Pedro.
En estos sesenta años, dijo, han cambiado muchísimas cosas, pero ha permanecido intacta la fidelidad del Señor, que es el mismo ayer, hoy y siempre. “Con su ayuda vamos adelante”, dijo.
En su saludo en nombre del colegio cardenalicio, el cardenal decano, Angelo Sodano, afirmó que, considerando la “sensibilidad pastoral” del Pontífice “hacia su querida diócesis de Roma”, los purpurados han decidido hacer al Papa “un regalo diferente”, ofreciéndole “un óbolo para los pobres de Roma, considerando las urgentes necesidades de tantos romanos, así como de numerosos inmigrantes y refugiados”.
“Con este mismo espíritu de participación en su solicitud pastoral, el colegio cardenalicio ha querido también ofrecer una comida a doscientos pobres de Roma, precisamente en la fiesta de san Pedro, por iniciativa del colegio cardenalicio y del Círculo de San Pedro”, añadió.
Y destacó que algunos de los invitados han escrito una nota de agradecimiento, que el cardenal mostró al Obispo de Roma.
“El drama de la pobreza de Roma es conocido por todos nosotros”, comentó el cardenal Sodano. “Frente a esta realidad, la Iglesia de Roma quiere ser, hoy más que nunca, la Iglesia de la caridad”.
Por ello, los cardenales entregaron al Papa un cheque bancario de 50.000 euros, “recogidos estos días entre nosotros, que Su Santidad podrá destinar como mejor crea”.
El purpurado concluyó, en nombre de sus hermanos: “Santidad, siéntanos siempre cerca suyo, sobre todo en este bello día, mientras nosotros Le decimos a coro: ¡por muchos años, por muchos muy felices años!”.
Regalos de boda
Escrito por Padre Jorge Ambert
Miércoles, 29 de Junio de 2011 14:48
Los “casados en el Señor” están de plácemes: el primero en darles regalos de boda es el mismo Jesús, su amigo. Dios, Creador del matrimonio, es bueno con todos y concede a los casados un tanque de 20 galones para mantener activo ese motor de su relación mutua. Pero a los “casados en el Señor”, los sacramentados, les añade un tanque de reserva; como la palanquita de los viejos volkis para la milla adicional hasta la gasolinera próxima.
El primer regalo, o gracia, es la fuerza de Dios para conseguir el uno con una para siempre. Es una tarea, en momentos, sobrehumana. Si casarse fuese encontrarse con fulana los viernes a las diez, sería más fácil, pero es con esa en convivencia continua. Si casarse fuera con varias para ir alternando, se suaviza; es con una sola. Hace falta, pues, una fuerza adicional para conseguir la convivencia perfecta.
Esta gracia la expresa así el Concilio Vaticano II: “Además, permanece con ellos para que los esposos, con su mutua entrega, se amen con perpetua fidelidad como El mismo amó a la Iglesia y se entregó por ella” (G et S.48). Esa es la fuerza para que en los momentos duros puedas exclamar: “Yo no tengo sentido sin ti, con todos los errores y todos los defectos que tengas. Mi amor los tratará de disminuir. “
No es posible comprobar matemáticamente esta gracia para caminar la milla extra. Sin embargo, la hemos visto en acción. Cuando esa pareja sufre ante la cama del hijo moribundo, con resignación y mutuo apoyo, sabemos que en medio de ellos hay un poder para que sean menos egoistas y más fuertes y constantes de lo que son naturalmente. Cuando él se aleja de otra, a quien ha llegado a amar con igual o más pasión que a su esposa, y lo hace porque siente la fuerza para darse una nueva oportunidad y darla a su cónyuge, le está empujando esta gracia.
En los Talleres de Renovación Conyugal he tenido esa experiencia: parejas donde humanamente no aparece el punto de encuentro. Se han agotado todas las posibilidades de arreglo, y el esfuerzo termina en “tendrán que separarse, pero háganlo al menos en paz, sin añadir más dolores a este proceso”. Y en la despedida del Taller me dicen: “vamos a intentarlo de nuevo”. Y yo por dentro pienso “Es la gracia del sacramento que comienza a actuar”.
Jesús tiene mucho interés en que el ‘sí’ que pronunciaste permanezca. Y para eso te ofrece su poder. Ese ‘sí’ produjo su presencia entre Uds. dos. Uds. le interesan mucho y les ha dicho “No quiero que se vayan solos. Quiero ir yo de pegamento. Quiero ser el árbitro en las dificultades que sobrevengan”. La gracia sacramental es eficaz. Si no consigue su efecto, es por la parte humana que impide que se consiga.
domingo, 19 de junio de 2011
El misterio de la Santísima Trinidad
Escrito por Heidy N. Marrero Pérez
Viernes, 17 de Junio de 2011 09:11
“La Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la jerarquía de las verdades de fe” (C.I.C. 234)
Así, en palabras sencillas, el Catecismo de la Iglesia Católica describe la trascendencia del enigma de un Dios Trino. Los debates teológicos sobre este tema han sido milenarios. No obstante, el dogma ha permanecido incólume; la Santísima Trinidad es la revelación de una verdad extraordinaria: Dios Padre; Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
En la vida de la Iglesia, las parábolas han servido para aleccionar sobre esta realidad compleja. San Patricio, por ejemplo, utilizó un trébol diciendo que la Santísima Trinidad, al igual que el trébol, era una misma unidad pero con tres personas diferentes (una misma hoja con tres foliolos).
De otro lado, se cuenta de San Agustín que, mientras paseaba por la playa, vio a un chico que pretendía sacar todo el agua del mar con una concha de caracol y verterla en un hoyo en la orilla. De inmediato, el Santo catalogó de imposible la proeza y el muchacho replicó diciendo que era más fácil realizar aquella hazaña que explicar la Trinidad, gestión que pretendía hacer San Agustín a través de su obra maestra “De Trinitate”.
“El misterio trinitario se escapa a nuestra razón. Pero está ahí y nos ayuda con nuestra fe y nuestro crecimiento espiritual. Su comprensión no condiciona nuestra salvación. Lo importante es vivir bajo la inspiración de ese misterio”, explica el teólogo Padre Floyd McCoy Jordán, Ph. D.
Es una verdad de fe que no debe quedarse en mero raciocinio. Para un evangelio práctico, es prioritario comprender la importancia de acercarse a las manifestaciones del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
“Cada persona de la Trinidad representa algo en el misterio salvífico. Tradicionalmente, se dice que el Padre es creador, el Hijo es redentor y el Espíritu Santo es santificador. Pues bien, el hombre precisa conocer a Dios como su creador, recibir la redención del Hijo y la santidad del Espíritu Santo. En nuestra dimensión humana, necesitamos identificarnos con cada una de esas manifestaciones”, dijo el teólogo.
El hecho de que la Biblia no mencione el concepto de la Santísima Trinidad directamente, no implica que no sea real.
“La Tres Personas son manifiestas en toda la historia bíblica, pero ha sido el cristianismo, desde la formación de la Iglesia primitiva, el que ha ido descubriendo esa verdad. La Iglesia ha venido reflexionando sobre esto, inspirada por el Espíritu Santo, a la luz de las Sagradas Escrituras”, explicó el sacerdote.
Esa dimensión trinitaria está presente en la vida y los sacramentos de la Iglesia. Bautizar “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, explicó el sacerdote, responde a la reafirmación de ese dogma de fe.
“Los bautizados son adheridos al cuerpo místico de Cristo con una invocación al Dios Todopoderoso. Esa es la identificación de nuestra fe”, añadió.
Esa convicción se inserta en la vida diaria del creyente. En cada oración, bendición y acción de gracias se reafirma la fe del “Dios uno y trino”.
Así lo expuso el Papa Benedicto XVI, en una reflexión con motivo de la solemnidad de la Santísima Trinidad.
“La Trinidad divina, en efecto, pone su morada en nosotros el día del Bautismo (…) El nombre de Dios, en el cual fuimos bautizados, lo recordamos cada vez que nos santiguamos. El teólogo Romano Guardini, a propósito del signo de la cruz, afirma: «Lo hacemos antes de la oración, para que… nos ponga espiritualmente en orden; concentre en Dios pensamientos, corazón y voluntad; después de la oración, para que permanezca en nosotros lo que Dios nos ha dado… Esto abraza todo el ser, cuerpo y alma… y todo se convierte en consagrado en el nombre del Dios Uno y Trino»”, expresó el Pontífice el pasado año.
“La Santísima Trinidad resume la historia de la salvación, desde la creación del ser humano en el libro de Génesis, hasta el momento en que Jesús regrese. Es esa presencia trinitaria la que gobierna la historia. Como cristianos, debemos permanecer abiertos a ella. San Agustín decía que el Espíritu Santo es el lazo de amor que une al Padre con el Hijo. Entonces, el amor no es algo que debamos hacer, sino que es parte del misterio. Al acercarnos a un Dios trino, nos acercamos también al amor”, concluyó Padre Floyd.
Mensaje el Papa JMJ de 2011- Madrid "Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe''
Escrito por Redacción EV
Viernes, 17 de Junio de 2011 08:59
Nuestra mirada se dirige ahora a la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Madrid, en el mes de agosto de 2011.
Quisiera que todos los jóvenes, tanto los que comparten nuestra fe, como los que vacilan, dudan o no creen, puedan vivir esta experiencia, que puede ser decisiva para la vida: la experiencia del Señor Jesús resucitado y vivo, y de su amor por cada uno de nosotros.
En cada época, también en nuestros días, numerosos jóvenes sienten el profundo deseo de que las relaciones interpersonales se vivan en la verdad y la solidaridad. Muchos manifiestan la aspiración de construir relaciones auténticas de amistad, de conocer el verdadero amor, de fundar una familia unida, de adquirir una estabilidad personal y una seguridad real, que puedan garantizar un futuro sereno y feliz.
Al recordar mi juventud, veo que, en realidad, la estabilidad y la seguridad no son las cuestiones que más ocupan la mente de los jóvenes. Sí, la cuestión del lugar de trabajo, y con ello la de tener el porvenir asegurado, es un problema grande y apremiante, pero al mismo tiempo la juventud sigue siendo la edad en la que se busca una vida más grande.
Al pensar en mis años de entonces, sencillamente, no queríamos perdernos en la mediocridad de la vida aburguesada. Queríamos lo que era grande, nuevo. Queríamos encontrar la vida misma en su inmensidad y belleza. Desear algo más que la cotidianidad regular de un empleo seguro y sentir el anhelo de lo que es realmente grande forma parte del ser joven.
¿Se trata sólo de un sueño vacío que se desvanece cuando uno se hace adulto? No, el hombre en verdad está creado para lo que es grande, para el infinito. Cualquier otra cosa es insuficiente. San Agustín tenía razón: nuestro corazón está inquieto, hasta que no descansa en Ti.
Comprendemos que es un contrasentido pretender eliminar a Dios para que el hombre viva. Dios es la fuente de la vida; eliminarlo equivale a separarse de esta fuente e, inevitablemente, privarse de la plenitud y la alegría: «sin el Creador la criatura se diluye» (Con. Ecum. Vaticano. II, Const. Gaudium et Spes, 36).
La cultura actual, en algunas partes del mundo, sobre todo en Occidente, tiende a excluir a Dios, o a considerar la fe como un hecho privado, sin ninguna relevancia en la vida social. Aunque el conjunto de los valores, que son el fundamento de la sociedad, provenga del Evangelio -como el sentido de la dignidad de la persona, de la solidaridad, del trabajo y de la familia-, se constata una especie de “eclipse de Dios”, una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza.
Por este motivo, queridos amigos, os invito a intensificar vuestro camino de fe en Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Vosotros sois el futuro de la sociedad y de la Iglesia. Como escribía el apóstol Pablo a los cristianos de la ciudad de Colosas, es vital tener raíces y bases sólidas.
Arraigados y edificados en Cristo
Echar raíces, para el profeta, significa volver a poner su confianza en Dios. De Él viene nuestra vida; sin Él no podríamos vivir de verdad. Por ello, la fe cristiana no es sólo creer en la verdad, sino sobre todo es tener una relación personal con Jesucristo. El encuentro con el Hijo de Dios proporciona un dinamismo nuevo a toda la existencia. Cuando comenzamos a tener una relación personal con Él, Cristo nos revela nuestra identidad y, con su amistad, la vida crece y se realiza en plenitud.
Como las raíces del árbol lo mantienen plantado firmemente en la tierra, así los cimientos dan a la casa una estabilidad perdurable. Mediante la fe, estamos arraigados en Cristo (cf. Col 2, 7), así como una casa está construida sobre los cimientos.
Queridos amigos, construid vuestra casa sobre roca, como el hombre que “cavó y ahondó”. Intentad también vosotros acoger cada día la Palabra de Cri
to. Escuchadle como al verdadero Amigo con quien compartir el camino de vuestra vida. Con Él a vuestro lado seréis capaces de afrontar con valentía y esperanza las dificultades, los problemas, también las desilusiones y los fracasos. Continuamente se os presentarán propuestas más fáciles, pero vosotros mismos os daréis cuenta de que se revelan como engañosas, no dan serenidad ni alegría. Sólo la Palabra de Dios nos muestra la auténtica senda, sólo la fe que nos ha sido transmitida es la luz que ilumina el camino. Acoged con gratitud este don espiritual que habéis recibido de vuestras familias y esforzaos por responder con responsabilidad a la llamada de Dios, convirtiéndoos en adultos en la fe. No creáis a los que os digan que no necesitáis a los demás para construir vuestra vida. Apoyaos, en cambio, en la fe de vuestros seres queridos, en la fe de la Iglesia, y agradeced al Señor el haberla recibido y haberla hecho vuestra.
Benedictus PP. XVI
(Para leer el mensaje en su totalidad acceda www.elvisitantepr.com.)
Alabanzas a Cristo Eucaristía
Escrito por Natalie Negrón Torrens
Viernes, 17 de Junio de 2011 09:16
Guaynabo- En pasados días sobre 400 jóvenes provenientes de todos los rincones de la Isla se dieron cita en el primer Congreso Eucarístico Juvenil “Adoremus”, evento cumbre para la pastoral juvenil de la Alianza de los Dos Corazones, movimiento que persigue (bajo el aval pontificio) promover la santificación de la familia y la juventud.
Por cuatro días los jóvenes presentes pudieron vivir un encuentro evangelizador en donde lograron experimentar la presencia real de Jesús en la Eucaristía y entender el amor maternal e incondicional de María Santísima.
El congreso contó con seis charlas, todas dirigidas a animar al joven y fortalecer su fe a través de la comunión eucarística y la adoración, el Sacramento de la Reconciliación, y el rezo del Santo Rosario.
Los jóvenes allí presentes manifestaron que su experiencia en el congreso había sido muy buena, espiritual y para toda la vida ya que pudieron sentir a Dios muy cerca.
El Visitante conversó con algunos de los jóvenes del grupo juvenil MHCC de la Parroquia San José, quienes se proyectaron alegres y vigorosos tras ser parte de tan importante encuentro para la juventud puertorriqueña.
“Mi hogar fue entronizado a la Alianza de los dos Corazones hace un tiempo atrás y se nos motivó a participar en los congresos “Adore” celebrados en California y Nebraska. La experiencia fue única y cuando me enteré que iban hacer el congreso en Puerto Rico me animé muchísimo y ha sido una experiencia muy especial ya que en esta ocasión estoy ayudando a otros a vivir lo que ya yo viví”, dijo Tania González, de 15 años.
Por su parte, Jesús García, de 13 años, reveló estar contento y gozoso de poder ser parte de este encuentro, y explicó que sin duda volverá el próximo año.
“Lo más que he disfrutado ha sido la adoración al Santísimo… No hay palabras para describirlo”, manifestó.
Para una de las coordinadoras del evento, Carmen Marrero, el hecho de que se hayan dado cita cientos de jóvenes de todo Puerto Rico es un gran signo de que Dios está en control.
“Esta experiencia ha sido hermosa, gratificante y sobre todo un gran triunfo para el Señor”, declaró.
Padre Ricardo ofreció la primera charla del congreso llamada “¡Estad Alerta! Que nadie te engañe”. Se ofrecieron también las charlas “No dudes más, cree”, “Apóstoles sin miedo de la Eucaristía”, “Valor para ser puro”, “No hay Amor más grande” y “Llamado a la santidad”.
Padre Edgardo “Bing” Arellano y Padre José Viola fueron parte del equipo de conferenciantes. El evento finalizó con la misa de clausura celebrada por Padre Edgardo Arellano.
Además de las charlas, durante el congreso hubo una procesión eucarística, presentación de testimonios, intermedios de animación, música, alabanza y adoración.
viernes, 10 de junio de 2011
Ser piedras vivas
Escrito por P. José P. Benabarre Vigo
Miércoles, 01 de Junio de 2011 14:59
Cristo volverá a este mundo para recoger a sus seguidores, invitados a estar con Él en el Cielo por toda la eternidad (Jn 17, 24). Mientras, tienen que ayudar a edificar el cuerpo, templo del Espíritu, y ofrecer sacrificios agradables a Dios. La Iglesia, obra de Dios, no está formada por ángeles impecables, sino por hombres y mujeres pecadores, sujetos a todas las debilidades humanas, secuelas del pecado original.
No obstante, esas miserias y debilidades, el cristiano está llamado a ser santo (Lev 20, 26), a convertirse, en imitación de Cristo, en piedra viva para ayudar a construir el templo del Espíritu, en el cual se ofrezcan a Dios sacrificios espirituales (1 P 2, 5). La piedra angular, es decir, el fundamento sobre el cual se levanta ese templo fue, es y será siempre Jesús, rechazado por los hombres (1 P 2, 7), pero glorificado por Dios por su resurrección de entre los muertos.
Por el bautismo, todos los cristianos son constituidos en sacerdotes de Cristo (sacerdocio común); sacerdocio que no hay que confundir con el sacerdocio ministerial, que se confiere a los llamados (Heb 5, 4) mediante el sacramento del Orden (Código de Derecho Canónico, Cánones 1533 ss).
Santificación
El primer deber del cristiano como sacerdote es santificarse a sí mismo. Es tarea de toda la vida, y cuanto antes se consiga, tanto mejor.
Son muchos los que juzgan imposible ser santos. Difícil sí lo es, pero no imposible, si se aceptan los medios que Dios y su Iglesia generosamente nos ofrecen: oración humilde, frecuente y dirigida a Cristo (Jn 14, 13); frecuencia de los sacramentos de la Confesión y Comunión; huir de las ocasiones de pecar; ferviente y sincero deseo de agradar a Dios en todo; practicar las obras de misericordia. Convertirse en piedras vivas y conseguir la santificación consiste en hacer BIEN todo lo que debemos hacer.
Trabajar con Cristo
El cristiano, con los demás, forma un cuerpo cuya cabeza es Cristo (1 Co 10, 17; Col 1, 18, 24). Esta unidad exige que trabajemos con Cristo, en sus mismas cosas y para los mismos fines para los que vino a este mundo. “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10). No basta que seamos católicos; es preciso dar fruto, pues con él damos gloria al Padre celestial, según el buen Jesús. Ese fruto puede ser el “ciento por uno” (Mt 13, 8). No se nos exige lo mismo a todos; y en la santidad hay muchos grados.
A Dios, infinitamente perfecto, nada podemos hacer para darle más gloria de la que tiene, propiamente hablando. Pero, al hacer cualquier obra buena y mucho más, al santificarnos, manifestamos su bondad y poder. Pero, no podremos santificarnos ni dar gloria al Padre celestial si no trabajamos con Cristo. Nos lo advierte Él claramente: “Quien no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, dispersa” (Mt 12, 30).
... y con su Iglesia
Cumplida su misión, Cristo subió triunfante y glorioso, a los Cielos, donde está sentado a la diestra de Dios Padre (Credo). Para continuar su misión, creó su Iglesia, a la que dio los mismos poderes que Él tenía de su Padre celestial: “Como el Padre me envió, así os envío a vosotros” (Jn 20, 21). Si a este texto unimos este otro: “Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió [el Padre]” (Lc 10, 16), entenderemos que hemos de trabajar para los fines que la Iglesia trabaja, seguros de que hacemos la voluntad del Padre celestial.
La Ascensión del Señor
Escrito por P. Ángel M. Santos Santos
Miércoles, 01 de Junio de 2011 15:00
Después de dos milenios, la Iglesia tiene las mismas debilidades humanas que en su inicio; pero también posee la fuerza de Cristo para cumplir su misión. Debilidad humana y potencia de Dios, pecado y gracia, trigo y cizaña están presentes en la Iglesia, en cada momento de su historia. El bautizado, miembro de la Iglesia que siempre necesita purificación, lucha por mantenerse en la amistad con Cristo para no perder la fortaleza de lo Alto.
La fuerza en la
debilidad
La duda de los 11, viendo a Jesús antes de su ascensión al Cielo, muestra la flaqueza de sus discípulos ya desde el principio. La grandeza de la Iglesia no se encuentra sólo en la virtud de sus fieles, que son siempre débiles y necesitados de asistencia. La fuerza de los cristianos está en Cristo y su Espíritu. Cuando la Iglesia acoge un nuevo creyente, éste sabe que no ingresa a un grupo de cristianos perfectos. Se hace discípulo de Jesús para ayudar a los otros en el camino hacia Dios viviendo la santidad.
Ante la vacilación y la duda de los 11, Jesús les asegura que ha recibido pleno poder en el Cielo y en la tierra. La presencia de Jesús concede a la Iglesia la fuerza para la misión. Como enseña el Papa: “Una vida santa no es fruto principalmente de nuestro esfuerzo, de nuestras acciones, porque es Dios, el tres veces santo, quien nos hace santos; es la acción del Espíritu Santo que nos anima desde nuestro interior; es la vida misma de Cristo resucitado la que se nos comunica y la que nos transforma” (Benedicto XVI, Audiencia general, 13 abril 2011).
Los pecados de hoy
Actualmente, en la Iglesia se encuentran muchos pecados que la afean y que le quitan su credibilidad ante un mundo descreído. El pecado es una realidad social y muchas veces está presente dentro de la Iglesia por sus miembros infieles a los mandamientos de Cristo. Pero la Iglesia, por la presencia de Cristo, libera del pecado ofreciendo el perdón a quien se arrepiente.
A veces, se podría pensar que una acusación de pecado contra algún miembro de la Iglesia es sólo una señal de persecución. Pero la imputación de pecado siempre es un llamado de conversión y una oportunidad de purificación. Ante el reproche por el pecado, la Iglesia sólo tiene una manera de defenderse: proclamando la verdad sobre el ser humano, Dios y la Iglesia.
El bautismo y la Palabra
La misión de la Iglesia es hacer discípulos de Cristo mediante el sacramento del Bautismo, y enseñar a cumplir todo lo que El mandó. Este sacramento requiere la observancia de dos promesas: renunciar al pecado y creer en Cristo Jesús. El pecado no pertenece a Cristo ni a su Iglesia. Ni siquiera es propio de la naturaleza humana. El pecado es la negación de Cristo, rechazo del amor de Dios y negación de la santidad de la Iglesia. El pecado deshumaniza y descristianiza.
A veces los padres pretenden que la Iglesia bautice a un niño sin la presencia de un compromiso auténtico con Cristo. Se olvidan que la Iglesia bautiza con la condición de que los padres enseñen a su hijo a guardar todo lo que Jesús mandó. La misión de la Iglesia es el anuncio y la práctica de este sencillo evangelio que hace libre al ser humano y lo conduce hacia Dios. La buena nueva de Jesucristo es la fuerza y la libertad de los hijos de Dios en la Iglesia, a pesar de su evidente debilidad humana.
martes, 31 de mayo de 2011
Amor que actúa
Escrito por P. José P. Benabarre Vigo
Viernes, 27 de Mayo de 2011 09:17
Hay dos pensamientos en las lecturas del VI Domingo de Pascua que dan mucho de sí. El uno nos lo ofrece san Pedro: “Hemos de estar preparados para dar cuenta de nuestra esperanza” (1 P 3, 15); y el otro nos lo propone el buen Jesús en el Evangelio: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (Jn 14, 15-21)
Cristo, nuestra esperanza
Al pedir San Pedro a los cristianos que estemos preparados para dar cuenta de nuestra esperanza, si así se nos pide, quiso decirnos dos cosas: que tengamos un buen conocimiento de nuestra fe; y que la demos a conocer a aquellos que nos pidan explicársela. Ahora bien, como nuestra mayor esperanza -única, debería decir-, es Cristo, a Él debemos buscar, amar y servir con toda lealtad, creyendo firmemente que nos dará lo que nos promete.
La condición del cristiano en este mundo sería bien triste si cifráramos sólo en esta vida terrera nuestro último gozo y ambición. Nos lo advirtió San Pablo (ver 1 Corintios 15, 19). Nos invitan nuestras pasiones, y tenemos que domeñarlas (Mc 9, 47); nos gustan las riquezas, pero Cristo nos dice que es mejor repartirlas entre los pobres; quisiéramos vengarnos de nuestros enemigos, pero el buen Jesús quiere que los perdonemos hasta setenta veces siete, es decir, siempre (Mt 18, 22; 19, 21).
Todo esto ensombrecería nuestra vida si no pusiéramos en Cristo toda nuestra esperanza; en Él, que es nuestra gloria y nuestro premio. Pero no en esta vida, sino en la otra; no ahora, sino en el eterno después. Y como esto es bien difícil, será preciso que pidamos a Jesús que aumente nuestra fe en sus palabras, y nuestra esperanza en sus promesas (ver Lucas 17, 5; Juan 17, 24).
El amor y la esperanza exigen obras
Para que un día podamos llegar al Cielo, Cristo nos señala el camino: tenemos que cumplir sus mandamientos (Mt 7, 21; Jn 14, 15-21). Y esto es difícil porque nuestras pasiones quieren salirse siempre con las suyas. La clave para vencer es el amor. Y amor es la capacidad de creer y servir haciendo lo que se nos manda con buena voluntad; de corresponder con afecto y obras a lo que Dios nos ha dado de antemano (1 Jn 4, 10).
El Espíritu nos ayuda
Para que nos animemos a seguirle con entusiasmo y sin miedo, Jesús nos prometió que nos enviaría el Espíritu Santo, que estaría siempre con nosotros (Jn 15, 26). Y si Él está con nosotros, tenemos asegurada siempre su ayuda, con tal de que se la pidamos con humildad y total confianza.
El Espíritu de la Verdad
Escrito por P. Ángel M. Santos Santos
Viernes, 27 de Mayo de 2011 09:21
Juan Bautista enseñó que la acción de Jesús, el Cordero de Dios, es doble: quita el pecado del mundo y bautiza con el Espíritu Santo. Por eso, desde sus orígenes, la Iglesia celebra dos sacramentos diferentes: el bautismo que concede el perdón de los pecados y la imposición de manos para recibir el Espíritu Santo.
Pedro y Pablo oraron por los samaritanos y les impusieron las manos para que recibieran el Espíritu Santo. Sobre ninguno de ellos había descendido la Fuerza de lo Alto porque únicamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús (He 8, 15-17).
La iniciación cristiana
La Iglesia, fiel a la Tradición apostólica, sigue celebrando dos sacramentos distintos: el Bautismo y la Confirmación. El primero se recibe en la infancia. En la adolescencia se confirma el Bautismo con el segundo sacramento, que infunde el Espíritu para llevar a cabo la misión de Jesús. El primero lo administra el párroco. El obispo, como el sucesor de los apóstoles, celebra la Confirmación. Estos dos sacramentos constituyen un solo rito de iniciación cristiana. Junto a la Sagrada Comunión los bautizados se incorporan plenamente en la Iglesia. Estos sacramentos tienen tres efectos: el perdón de los pecados, la recepción del Espíritu Santo y la comunión con Cristo. El cristiano que no tiene uno de estos sacramentos no ha sido plenamente incorporado al cuerpo de Cristo.
Muchos, sin valorar el Bautismo porque no lo están viviendo, quieren recibir la Comunión y la Confirmación. Los sacramentos no sólo hay que celebrarlos o tenerlos. Son para cultivar una relación personal con Cristo, en un verdadero compromiso con su Evangelio.
El bautismo de Juan
La experiencia de los discípulos de Éfeso revela la diferencia entre el bautismo que administraba Juan en el Jordán y el que celebra la Iglesia. Los discípulos de Éfeso no tenían el Espíritu porque sólo habían recibido el bautismo de Juan. Se bautizaron en el nombre del Señor Jesús, Pablo les impuso las manos y, entonces, descendió sobre ellos el Espíritu Santo (He 19, 1-6).
El Bautismo que celebra la Iglesia no es el mismo de Juan, aunque se le parezca externamente. Mientras el Bautismo de Juan era un sólo signo de conversión, penitencia y preparación para recibir a Jesús, aquel de la Iglesia es un nuevo nacimiento por el agua y el Espíritu Santo.
Dar razón de la
esperanza
San Pedro exhorta a todos los bautizados a dar culto al Señor en los corazones y a dar respuesta a todo el que les pida cuenta de su esperanza (I P 3, 15). Para el primero de los apóstoles es esencial el culto al Señor y explicar a los demás la esperanza cristiana. La forma ineludible para defender la fe es un testimonio de santidad. Por eso todos los bautizados están llamados a llevar una vida santa. “La santidad o plenitud de la vida cristiana no consiste en realizar empresas extraordinarias, sino en unirse a Cristo, en vivir sus misterios, en hacer nuestras sus actitudes, sus pensamientos, sus comportamientos” (Benedicto XVI, Audiencia general, 13 de abril de 2011)
El Papa Benedicto resume la manera de vivir santamente diciendo: “Lo esencial es nunca dejar pasar un domingo sin un encuentro con Cristo resucitado en la Eucaristía… No comenzar ni terminar nunca un día sin al menos un breve contacto con Dios en la oración. Y, en el camino de la vida, seguir las señales de tráfico que Dios nos ha comunicado (los diez mandamientos), que son sólo formas de caridad” (Audiencia general, 13 de abril de 2011).
Monseñor Cummings: custodio de una reliquia
Escrito por Julia Lopez
Miércoles, 25 de Mayo de 2011 16:09
Las paredes de la antigua Catedral San Juan Bautista encierran algo más que historia.
Anclado en el corazón del Viejo San Juan, el templo conserva vivo el recuerdo del año 1526 cuando por órdenes del primer obispo de Puerto Rico, Alonso Manso, se levantó su primera piedra.
Hoy, cinco siglos después, Monseñor José Emilio Cummings es el encargado de proteger, mantener y resguardar uno de los tesoros más importantes de la historia religiosa puertorriqueña.
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Monseñor Cummings cuenta que en el momento de su designación como rector del histórico templo se encontraba a gusto en la Parroquia Cristo Rey en Río Grande. Allí, como parte de su apostolado, compartía días de playa con el grupo de jóvenes que pastoreaba, visitaba el cine con sus feligreses y se divertía en campamentos improvisados en El Yunque.
“A principios del 2001 a alguien, en el Consejo Presbiteral, se le ocurrió elegirme rector de la catedral”, dice entre risas.
“No sugirieron a nadie más, sólo a mí. Pasó un tiempo, me quedé callado y no dije absolutamente nada, por si se les había olvidado (al Consejo Presbiteral). Pero un día el Arzobispo, Monseñor Roberto González me saludó en un retiro en Río Grande y siguió su camino. Pero, vi que su carro volvió y me dice: ‘Tú tienes que estar antes del día 13 de febrero en la Catedral’. Y le dije: ‘!Ay! Pensé que eso se había olvidado’, pero me dijo que no. Llegué a la iglesia el día de San Valentín y desde entonces estoy aquí”, recordó mientras un esbozo de sonrisa se dibujó en su cara.
Monseñor admite que han sido 10 años llenos de alegría y satisfacción, aún cuando asumir la administración de una institución tan importante representa mayores retos y desafíos.
“No es fácil estar al frente de cualquier catedral, en especial de ésta. Hay responsabilidades muy serias y grandes, porque es la cara de toda la Iglesia Arquidiocesana de Puerto Rico. Pero es muy gratificante. Hoy agradezco la oportunidad de nombrarme rector de la iglesia madre”, expresa el párroco.
El sacerdote lucha con tenacidad para sostener los cimientos de una edificación que luego de 500 años de antigüedad comienza a sufrir los embates del tiempo.
“He tratado de dar una imagen clara de lo que representa la catedral. Nos preocupamos de acoger debidamente a las personas que llegan hasta aquí para que se sientan bien. Siempre buscamos que esté todo ordenado y limpio. Muchos son turistas y visitantes; gente de paso. Por eso hay que trabajar un poco más fuerte para sostenerla, ya que es un edificio antiguo y se mantiene, en parte, de las ofrendas”, comenta Monseñor.
Al ser ordenado presbítero, Padre Cummings tuvo claro que sería un compromiso permanente con Jesucristo y su Iglesia.
“El sacerdocio se hizo para servir al pueblo. Yo no decidí ser sacerdote para quejarme, sino para tener un compromiso real y serio, ‘sin miedo’ como decía Juan Pablo II. Amo a la Iglesia y amo a la gente. En estos tiempos quien entra al seminario vive una vocación verdadera pero también enfrenta duras tentaciones. Hay que balancear todo y eso es lo que vela la Iglesia, esa formación sacerdotal”, repetía al mismo tiempo que exaltaba la figura de Juan Pablo II por su cercanía con los jóvenes.
Y es que durante su ministerio sacerdotal ha brindado una especial atención a las necesidades espirituales de la juventud católica, a quienes considera el futuro de la Iglesia.
“En mi vocación siempre ha reinado el compromiso de laicos con el pueblo de Dios. Hombres, mujeres y sobre todo, jóvenes activos en la Iglesia. Una parroquia sin juventud se queda a medias porque detrás de esos jóvenes viene su familia”, comenta pensativo.
Mientras conversa, saca de una gaveta de su escritorio una enorme fotografía. Tomada en el año 1984 y añejada por el tiempo, mostraba los rostros de quienes conformaron el primer grupo de jóvenes que pastoreó.
“¡Muchacha! Ya todos están viejos (sonríe). Muchos los casé y he bautizado a sus hijos. Siempre vienen por ahí a visitarme. Al día de hoy se mantienen firmes en la fe”, relata entusiasmado.
Tras 34 años de labor ininterrumpida al servicio de Dios y la Iglesia, Monseñor Cummings conserva en su corazón un amor especial por el apostolado misionero. Por esto, al culminar su compromiso como administrador de la Catedral de San Juan anhela retomar su labor misionera.
“He llegado a estos 10 años agradecido porque los retos se han cumplido, no se han quedado atrás. Hoy, después de tantos años reconozco que ha valido la pena ser sacerdote”, concluyó el rector.
Benedicto XVI subraya la importancia de las catequesis prematrimoniales
Escrito por Julia Lopez
Martes, 31 de Mayo de 2011 16:22
Benedicto XVI destacó que la Palabra de Dios consuela y cambia a los creyentes, individualmente y en comunidad.
Lo hizo en su discurso dirigido este lunes al tercer grupo de obispos de India, recibidos estos días en el Vaticano, en audiencias separadas, con motivo de su visita ad limina.
“La Palabra de Dios, no sólo consuela sino que también cambia a los creyentes, individualmente y en comunidad, para avanzar en la justicia, reconciliación y la paz entre ellos mismos y la totalidad de la sociedad”, indicó.
Refiriéndose en concreto a las familias de las diócesis indias, destacó que son “iglesias domésticas”, “ejemplos del amor mutuo, respeto y apoyo que debe animar las relaciones humanas en todos sus ámbitos”.
“En la medida en que estos no descuiden la oración, mediten las Escrituras, y participen plenamente en la vida sacramental de la Iglesia, ayudarán a alimentar este “amor incondicional” entre ellos y en la vida de sus parroquias, y serán fuente de una gran bien para la comunidad en general”, afirmó.
Durante su visita, los obispos de India transmitieron al Papa los grandes retos que amenazan con minar la unidad, la armonía y la santidad de la familia, y el trabajo que debe hacerse para construir una cultura de respeto al matrimonio y a la vida familiar.
Como respuesta, Benedicto XVI apuntó la importancia de las catequesis, especialmente las prematrimoniales.
“Una catequesis profunda que invite, especialmente a aquellos que se preparan para el matrimonio, alimentará en gran medida la fe de las familias cristianas y los asistirá para que puedan dar un testimonio vivo y vibrante de la sabiduría ancestral de la Iglesia con respecto al matrimonio, la familia y el uso responsable del don de Dios que es la sexualidad”, dijo.
Por otra parte, el Pontífice señaló que “entre las responsabilidades más importantes de los obispos, la proclamación del Evangelio prevalece”.
Y destacó que es una fuente de satisfacción que la proclamación de la Palabra de Dios produzca un rico fruto espiritual en las Iglesias locales de la India.
En especial valoró “la diseminación de pequeñas comunidades cristianas en las que los fieles se reúnen para rezar, meditar las Escrituras y apoyarse fraternalmente”.
Benedicto XVI animó a los obispos de la India a “asegurar que la plenitud de la Palabra de Dios que nos llega a través de las Sagradas Escrituras y la tradición apostólica de la Iglesia, se ponga a disposición de aquellos que buscan profundizar su conocimiento y amor al Señor y la obediencia a su voluntad”.
“Cada esfuerzo debe hacer hincapié en que cada individuo o grupo de oración, por su misma naturaleza, nace y vuelve a la fuente de la gracia que se encuentra en los sacramentos de la Iglesia y en su vida litúrgica entera”, añadió.
Valoró las “semillas de la Palabra de Dios” que se siembran actualmente en la India y destacó “los impresionantes signos de la caridad de la Iglesia en muchos ámbitos o actividades sociales, un servicio que está a cargo de sus sacerdotes y religiosos”.
En concreto se refirió a las escuelas, agencias para la promoción de microcréditos, clínicas, orfanatos, hospitales e “innumerables proyectos cuyo objetivo es la promoción de la dignidad humana y del bienestar, asistiendo a los más pobres y a los más débiles, a los marginados y a los mayores, los abandonados y los sufrientes, ayudándolos a todos”.
Y añadió: “Que los fieles a Cristo de India sigan asistiendo a aquellos que están en necesidad de las comunidades que los rodean, sin distinción”.
martes, 17 de mayo de 2011
domingo, 15 de mayo de 2011
La catequesis que Juan Pablo II nunca pronunció
Escrito por Zenit
Viernes, 13 de Mayo de 2011 15:08
En el 30 aniversario del atentado en la Plaza de San Pedro
CIUDAD DEL VATICANO- Hace hoy exactamente 30 años, en la Plaza de San Pedro, el terrorista turco Alí Agca atentaba contra la vida de Juan Pablo II, disparándole mientras él recorría en el “papamóvil” la plaza para la audiencia general, con lo que ésta hubo de ser suspendida.
A pesar de que el beato Juan Pablo II nunca pronunció esta catequesis, ésta ha sido incorporada al magisterio pontificio. Por ello, queremos también ofrecerla a los lectores de ZENIT.
* * * * *
JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 13 de mayo de 1981
Nota [1]
1. En las semanas pasadas, durante nuestros encuentros en las audiencias generales de los miércoles, he desarrollado un ciclo de catequesis basadas sobre las palabras de Cristo en el sermón de la montaña.
Hoy, queridos hermanos y hermanas en Cristo, deseo comenzar una serie de reflexiones sobre otro tema, para subrayar dignamente una fecha que merece ser escrita con caracteres de oro en la historia de la Iglesia moderna: el 15 de mayo de 1891. Efectivamente, se cumplen 90 años desde que mi predecesor León XIII publicaba la fundamental Encíclica social "Rerum novarum", que no fue sólo una vigorosa y apremiante condena de la "inmerecida miseria" en que yacían los trabajadores de entonces, después del primer período de la aplicación de la máquina industrial al campo de la empresa, sino que, sobre todo, puso los fundamentos para una solución justa de los graves problemas de la convivencia humana que están comprendidos bajo el nombre de "cuestión social".
2. ¿Por qué, después de tantos años, la Iglesia recuerda todavía la Encíclica "Rerum novarum" ?
Son muchas las razones. Ante todo, la "Rerum novarum" constituye y es "la Carta Magna de la actividad social cristiana", como la definió Pío XII (Radiomensaje para el 50 aniversario de la "Rerum novarum", Discorsi e Radiomessaggi, 1942, vol III, pág. 911); y Pablo VI añadió que su "mensaje sigue inspirando la acción en favor de la justicia" (Octogesima adveniens, 1) en la Iglesia y en el mundo contemporáneo; ella es, además, demostración irrefutable de la viva y solícita atención de la Iglesia en favor del mundo del trabajo.
La voz de León XIII se elevó valiente en defensa de los oprimidos, de los pobres, de los humildes, de los explotados, y no fue sino el eco de la voz de Aquel que había proclamado bienaventurados a los pobres y los hambrientos de justicia. El Papa, siguiendo el impulso y la invitación "de la conciencia de su ministerio apostólico" (cf. Rerum novarum., 1), habló: no sólo tenía el derecho, sino también y sobre todo el deber. En efecto, lo que justifica la intervención de la Iglesia y de su Pastor Supremo en las cuestiones sociales, es siempre la misión recibida de Cristo para salvar al hombre en su dignidad integral.
3. La Iglesia está llamada por vocación a ser en todas partes la defensora fiel de la dignidad humana, la madre de los oprimidos y de los marginados, la Iglesia de los débiles y de los pobres. Quiere vivir toda la verdad contenida en las bienaventuranzas evangélicas, sobre todo, la primera, "Bienaventurados los pobres de espíritu"; la quiere enseñar y practicar lo mismo que hizo su Divino Fundador que vino "a hacer y a enseñar" (cf. Act 1, 1).
Como observaba el año pasado en mi discurso a los obreros de San Pablo en Brasil, "la Iglesia, cuando proclama el Evangelio, procura también lograr, sin por ello abandonar su papel específico de evangelización, que todos los aspectos de la vida social, en los que se manifiesta la injusticia, sufran una transformación para la justicia" (núm. 3; 3 de julio de 1980). La Iglesia es consciente de esta alta misión suya: por esto se inserta en la historia de los pueblos, en sus instituciones, en su cultura, en sus problemas, en sus necesidades. Quiere ser solidaria con sus hijos y con toda la humanidad, compartiendo dificultades y angustias, y haciendo propias las legítimas reivindicaciones del que sufre o es víctima de la injusticia. Con la fuerza de las eternas palabras del Evangelio, denuncia todo lo que ofende al hombre en su dignidad de "imagen de Dios" (Gén 2, 26) y en sus derechos fundamentales, universales, inviolables, inalienables; todo lo que obstaculiza su crecimiento según el plan de Dios. Esto forma parte de su servicio profético.
4. Con toda razón afirmó Pío XI que la Rerum novarum ha presentado a la humanidad un magnífico ideal social, sacándolo de las fuentes siempre vivas y vitales del Evangelio (cf.Quadragesimo anno, 16).
Siguiendo las huellas del fundamental documento leoniano, mis venerados predecesores no han dejado de afirmar, en numerosas circunstancias, este derecho y este deber de la Iglesia de dar directrices morales en un campo, como el económico-social, que tiene vínculos directos con la finalidad religiosa y sobrenatural de su misma misión. El Concilio Vaticano II reanudó esta enseñanza subrayando que "es obligación de toda la Iglesia trabajar para que los hombres se capaciten a fin de establecer rectamente el orden temporal y ordenarlo hacia Dios por Jesucristo" (Apostolicam actuositatem, 7).
Aparece así la primera gran enseñanza de la celebración de este 90 aniversario: la de afirmar de nuevo el derecho y la competencia de la Iglesia a "ejercer su misión entre los hombres sin traba alguna y dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden político, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas" (Gaudium et spes, 76): el de hacer cada vez más conscientes a las Iglesias locales, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, a los laicos de su derecho-deber de prodigarse por el bien de cada uno de los hombres, y de ser en todo momento los defensores y los artífices de la auténtica justicia en el mundo.
5. Al mirar serenamente los acontecimientos histórico-sociales que se han sucedido en el mundo del trabajo desde aquel lejano mayo de 1891, debemos reconocer con satisfacción que se han dado grandes pasos y se han realizado grandes transformaciones con el fin de hacer la vida de las clases obreras más conforme con su dignidad.
La "Rerum novarum" fue levadura y fermento de estas transformaciones fecundas. Por medio de ella el Romano Pontífice infundió en el alma obrera el sentimiento y la conciencia de su dignidad humana, civil y cristiana; favoreció la aparición de asociaciones sindicales obreras en los diversos países; advirtió a los gobernantes y a las naciones sus deberes hacia los débiles y pobres, invitando a los Estados a la creación de una política social, humana e inteligente que logró el reconocimiento, la formulación y el respeto del derecho de trabajo y el trabajo para todos los ciudadanos.
6. La "Rerum novarum" tiene, además, para la Iglesia una particular importancia porqueconstituye un punto de referencia dinámico de su doctrina y de su acción social en el mundo contemporáneo.
Durante los siglos, desde sus orígenes hasta hoy, la Iglesia se ha encontrado y confrontado siempre con el mundo y sus problemas, iluminándolos a la luz de la fe y de la moral de Cristo. Esto ha favorecido la formación y el resurgimiento, a lo largo del arco de la historia, de un cuerpo de principios de moral social cristiana, conocido hoy como doctrina social de la Iglesia. Es mérito del Papa León XIII el haber tratado, antes que nadie, de darle un carácter orgánico y sintético. Así comenzó por parte del Magisterio la nueva y delicada tarea, que es también un gran compromiso, de elaborar de nuevo para un mundo en cambio continuo, una enseñanza capaz de responder a las exigencias modernas, así como a las rápidas y continuas transformaciones de la sociedad industrial; y, al mismo tiempo, apto para tutelar los derechos tanto de la persona humana, como de las jóvenes naciones que entran a formar parte de la comunidad internacional.
7. Esta enseñanza social -como puse de relieve en Puebla-, "nace a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio auténtico, de la presencia de los cristianos en el seno de las situaciones cambiantes del mundo, en contacto con los desafíos que de ésas provienen" (Discurso inaugural, III, 7). Su objeto es y será siempre la dignidad sagrada del hombre, imagen de Dios, y la tutela de sus derechos inalienables; su finalidad, la realización de la justicia entendida como promoción y liberación integral de la persona humana en su dimensión terrena y trascendente; su fundamento, la verdad sobre la misma naturaleza humana, verdad comprendida por la razón e iluminada por la Revelación, su fuerza propulsora, el amor como precepto evangélico y norma de acción. La Iglesia, forjadora de fina concepción siempre actual y fecunda de la vida social, al desarrollar en este último siglo, con la colaboración de sacerdotes y de laicos iluminados, su enseñanza social, de naturaleza religiosa y moral, no se limita a ofrecer principios de reflexión, orientaciones, directrices, constataciones o llamadas, sino que presentan también normas de juicio y directrices para la acción que cada uno de los católicos está llamado a poner en la base de su prudente experiencia, para traducirla luego concretamente en categorías operativas de colaboración y de compromiso (cf.Evangelii nuntiandi, 38).
La doctrina social, dinámica y vital como toda realidad viviente, se compone de elementos duraderos y supremos, y de elementos contingentes, que permiten su evolución y desarrollo en sintonía con las urgencias de los problemas prioritarios, sin disminuir su estabilidad y la certeza en los principios y en las normas fundamentales.
8. Al recordar el 90 aniversario de la Encíclica leoniana, siguiendo las huellas y en consonancia con el Magisterio de mis predecesores, deseo, por tanto, volver a afirmar la importancia de la enseñanza social como parte integrante de la concepción cristiana de la vida.
Sobre este tema no he dejado, en los frecuentes encuentros con mis hermanos en el Episcopado, de recomendar a su pastoral solicitud la necesidad y la urgencia de sensibilizar a sus fieles sobre el pensamiento social cristiano, a fin de que todos los hijos de la Iglesia sean no sólo instruidos en la doctrina sino también educados en la acción social.
Hermanos y hermanas: Volveremos todavía más ampliamente sobre los varios temas y problemas que evoca el aniversario de la Encíclica "Rerum novarum". Para concluir esta reflexión de hoy quiero responder al interrogante planteado al comienzo. Sí, la Encíclica "Rerum novarurn" tiene también hoy vitalidad y validez estimulante y operante para el Pueblo de Dios, aún cuando haya aparecido en el lejano 1891. El tiempo no la ha agotado, sino corroborado; tanto, que los cristianos la sienten tan fecunda que pueden sacar de ella valentía y acción para los nuevos desarrollos del orden social en los que está interesado el mundo del trabajo. Continuemos, pues, viviendo su espíritu con impulso y generosidad, profundizando con amor operante en los caminos trazados por el actual Magisterio social e interpretando con ingenio creativo las experiencias de los tiempos nuevos.
Juan Pablo II tenía previsto saludar durante la audiencia general a diversos grupos de fieles y de peregrinos. Concretamente iba a saludar en inglés, alemán e italiano.
Viernes, 13 de Mayo de 2011 15:08
En el 30 aniversario del atentado en la Plaza de San Pedro
CIUDAD DEL VATICANO- Hace hoy exactamente 30 años, en la Plaza de San Pedro, el terrorista turco Alí Agca atentaba contra la vida de Juan Pablo II, disparándole mientras él recorría en el “papamóvil” la plaza para la audiencia general, con lo que ésta hubo de ser suspendida.
A pesar de que el beato Juan Pablo II nunca pronunció esta catequesis, ésta ha sido incorporada al magisterio pontificio. Por ello, queremos también ofrecerla a los lectores de ZENIT.
* * * * *
JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 13 de mayo de 1981
Nota [1]
1. En las semanas pasadas, durante nuestros encuentros en las audiencias generales de los miércoles, he desarrollado un ciclo de catequesis basadas sobre las palabras de Cristo en el sermón de la montaña.
Hoy, queridos hermanos y hermanas en Cristo, deseo comenzar una serie de reflexiones sobre otro tema, para subrayar dignamente una fecha que merece ser escrita con caracteres de oro en la historia de la Iglesia moderna: el 15 de mayo de 1891. Efectivamente, se cumplen 90 años desde que mi predecesor León XIII publicaba la fundamental Encíclica social "Rerum novarum", que no fue sólo una vigorosa y apremiante condena de la "inmerecida miseria" en que yacían los trabajadores de entonces, después del primer período de la aplicación de la máquina industrial al campo de la empresa, sino que, sobre todo, puso los fundamentos para una solución justa de los graves problemas de la convivencia humana que están comprendidos bajo el nombre de "cuestión social".
2. ¿Por qué, después de tantos años, la Iglesia recuerda todavía la Encíclica "Rerum novarum" ?
Son muchas las razones. Ante todo, la "Rerum novarum" constituye y es "la Carta Magna de la actividad social cristiana", como la definió Pío XII (Radiomensaje para el 50 aniversario de la "Rerum novarum", Discorsi e Radiomessaggi, 1942, vol III, pág. 911); y Pablo VI añadió que su "mensaje sigue inspirando la acción en favor de la justicia" (Octogesima adveniens, 1) en la Iglesia y en el mundo contemporáneo; ella es, además, demostración irrefutable de la viva y solícita atención de la Iglesia en favor del mundo del trabajo.
La voz de León XIII se elevó valiente en defensa de los oprimidos, de los pobres, de los humildes, de los explotados, y no fue sino el eco de la voz de Aquel que había proclamado bienaventurados a los pobres y los hambrientos de justicia. El Papa, siguiendo el impulso y la invitación "de la conciencia de su ministerio apostólico" (cf. Rerum novarum., 1), habló: no sólo tenía el derecho, sino también y sobre todo el deber. En efecto, lo que justifica la intervención de la Iglesia y de su Pastor Supremo en las cuestiones sociales, es siempre la misión recibida de Cristo para salvar al hombre en su dignidad integral.
3. La Iglesia está llamada por vocación a ser en todas partes la defensora fiel de la dignidad humana, la madre de los oprimidos y de los marginados, la Iglesia de los débiles y de los pobres. Quiere vivir toda la verdad contenida en las bienaventuranzas evangélicas, sobre todo, la primera, "Bienaventurados los pobres de espíritu"; la quiere enseñar y practicar lo mismo que hizo su Divino Fundador que vino "a hacer y a enseñar" (cf. Act 1, 1).
Como observaba el año pasado en mi discurso a los obreros de San Pablo en Brasil, "la Iglesia, cuando proclama el Evangelio, procura también lograr, sin por ello abandonar su papel específico de evangelización, que todos los aspectos de la vida social, en los que se manifiesta la injusticia, sufran una transformación para la justicia" (núm. 3; 3 de julio de 1980). La Iglesia es consciente de esta alta misión suya: por esto se inserta en la historia de los pueblos, en sus instituciones, en su cultura, en sus problemas, en sus necesidades. Quiere ser solidaria con sus hijos y con toda la humanidad, compartiendo dificultades y angustias, y haciendo propias las legítimas reivindicaciones del que sufre o es víctima de la injusticia. Con la fuerza de las eternas palabras del Evangelio, denuncia todo lo que ofende al hombre en su dignidad de "imagen de Dios" (Gén 2, 26) y en sus derechos fundamentales, universales, inviolables, inalienables; todo lo que obstaculiza su crecimiento según el plan de Dios. Esto forma parte de su servicio profético.
4. Con toda razón afirmó Pío XI que la Rerum novarum ha presentado a la humanidad un magnífico ideal social, sacándolo de las fuentes siempre vivas y vitales del Evangelio (cf.Quadragesimo anno, 16).
Siguiendo las huellas del fundamental documento leoniano, mis venerados predecesores no han dejado de afirmar, en numerosas circunstancias, este derecho y este deber de la Iglesia de dar directrices morales en un campo, como el económico-social, que tiene vínculos directos con la finalidad religiosa y sobrenatural de su misma misión. El Concilio Vaticano II reanudó esta enseñanza subrayando que "es obligación de toda la Iglesia trabajar para que los hombres se capaciten a fin de establecer rectamente el orden temporal y ordenarlo hacia Dios por Jesucristo" (Apostolicam actuositatem, 7).
Aparece así la primera gran enseñanza de la celebración de este 90 aniversario: la de afirmar de nuevo el derecho y la competencia de la Iglesia a "ejercer su misión entre los hombres sin traba alguna y dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden político, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas" (Gaudium et spes, 76): el de hacer cada vez más conscientes a las Iglesias locales, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, a los laicos de su derecho-deber de prodigarse por el bien de cada uno de los hombres, y de ser en todo momento los defensores y los artífices de la auténtica justicia en el mundo.
5. Al mirar serenamente los acontecimientos histórico-sociales que se han sucedido en el mundo del trabajo desde aquel lejano mayo de 1891, debemos reconocer con satisfacción que se han dado grandes pasos y se han realizado grandes transformaciones con el fin de hacer la vida de las clases obreras más conforme con su dignidad.
La "Rerum novarum" fue levadura y fermento de estas transformaciones fecundas. Por medio de ella el Romano Pontífice infundió en el alma obrera el sentimiento y la conciencia de su dignidad humana, civil y cristiana; favoreció la aparición de asociaciones sindicales obreras en los diversos países; advirtió a los gobernantes y a las naciones sus deberes hacia los débiles y pobres, invitando a los Estados a la creación de una política social, humana e inteligente que logró el reconocimiento, la formulación y el respeto del derecho de trabajo y el trabajo para todos los ciudadanos.
6. La "Rerum novarum" tiene, además, para la Iglesia una particular importancia porqueconstituye un punto de referencia dinámico de su doctrina y de su acción social en el mundo contemporáneo.
Durante los siglos, desde sus orígenes hasta hoy, la Iglesia se ha encontrado y confrontado siempre con el mundo y sus problemas, iluminándolos a la luz de la fe y de la moral de Cristo. Esto ha favorecido la formación y el resurgimiento, a lo largo del arco de la historia, de un cuerpo de principios de moral social cristiana, conocido hoy como doctrina social de la Iglesia. Es mérito del Papa León XIII el haber tratado, antes que nadie, de darle un carácter orgánico y sintético. Así comenzó por parte del Magisterio la nueva y delicada tarea, que es también un gran compromiso, de elaborar de nuevo para un mundo en cambio continuo, una enseñanza capaz de responder a las exigencias modernas, así como a las rápidas y continuas transformaciones de la sociedad industrial; y, al mismo tiempo, apto para tutelar los derechos tanto de la persona humana, como de las jóvenes naciones que entran a formar parte de la comunidad internacional.
7. Esta enseñanza social -como puse de relieve en Puebla-, "nace a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio auténtico, de la presencia de los cristianos en el seno de las situaciones cambiantes del mundo, en contacto con los desafíos que de ésas provienen" (Discurso inaugural, III, 7). Su objeto es y será siempre la dignidad sagrada del hombre, imagen de Dios, y la tutela de sus derechos inalienables; su finalidad, la realización de la justicia entendida como promoción y liberación integral de la persona humana en su dimensión terrena y trascendente; su fundamento, la verdad sobre la misma naturaleza humana, verdad comprendida por la razón e iluminada por la Revelación, su fuerza propulsora, el amor como precepto evangélico y norma de acción. La Iglesia, forjadora de fina concepción siempre actual y fecunda de la vida social, al desarrollar en este último siglo, con la colaboración de sacerdotes y de laicos iluminados, su enseñanza social, de naturaleza religiosa y moral, no se limita a ofrecer principios de reflexión, orientaciones, directrices, constataciones o llamadas, sino que presentan también normas de juicio y directrices para la acción que cada uno de los católicos está llamado a poner en la base de su prudente experiencia, para traducirla luego concretamente en categorías operativas de colaboración y de compromiso (cf.Evangelii nuntiandi, 38).
La doctrina social, dinámica y vital como toda realidad viviente, se compone de elementos duraderos y supremos, y de elementos contingentes, que permiten su evolución y desarrollo en sintonía con las urgencias de los problemas prioritarios, sin disminuir su estabilidad y la certeza en los principios y en las normas fundamentales.
8. Al recordar el 90 aniversario de la Encíclica leoniana, siguiendo las huellas y en consonancia con el Magisterio de mis predecesores, deseo, por tanto, volver a afirmar la importancia de la enseñanza social como parte integrante de la concepción cristiana de la vida.
Sobre este tema no he dejado, en los frecuentes encuentros con mis hermanos en el Episcopado, de recomendar a su pastoral solicitud la necesidad y la urgencia de sensibilizar a sus fieles sobre el pensamiento social cristiano, a fin de que todos los hijos de la Iglesia sean no sólo instruidos en la doctrina sino también educados en la acción social.
Hermanos y hermanas: Volveremos todavía más ampliamente sobre los varios temas y problemas que evoca el aniversario de la Encíclica "Rerum novarum". Para concluir esta reflexión de hoy quiero responder al interrogante planteado al comienzo. Sí, la Encíclica "Rerum novarurn" tiene también hoy vitalidad y validez estimulante y operante para el Pueblo de Dios, aún cuando haya aparecido en el lejano 1891. El tiempo no la ha agotado, sino corroborado; tanto, que los cristianos la sienten tan fecunda que pueden sacar de ella valentía y acción para los nuevos desarrollos del orden social en los que está interesado el mundo del trabajo. Continuemos, pues, viviendo su espíritu con impulso y generosidad, profundizando con amor operante en los caminos trazados por el actual Magisterio social e interpretando con ingenio creativo las experiencias de los tiempos nuevos.
Juan Pablo II tenía previsto saludar durante la audiencia general a diversos grupos de fieles y de peregrinos. Concretamente iba a saludar en inglés, alemán e italiano.
Retrato de un buen pastor
Escrito por Verónica Cruz Pillich
Viernes, 13 de Mayo de 2011 00:00
Jesús se aplicó a sí mismo esta imagen que aparece en el Evangelio de Juan 10:14. Dice la Palabra que Cristo es el buen pastor que, muriendo en la cruz, da la vida por los hombres. De esta forma, se establece una profunda comunión entre el buen pastor y su congregación. La vida terrenal de Jesús fue, en sí misma, reflejo contundente de lo que debía ser un presbítero, estableciendo un ministerio de servicio, en lugar de ser servido. Los apóstoles fueron los primeros escogidos para continuar la gran labor de Cristo, la cual ha de mantenerse indefinidamente en todos los periodos de la historia.
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“Los presbíteros son, en la Iglesia y para la Iglesia, una representación sacramental de Jesucristo, Cabeza y Pastor, proclaman con autoridad su palabra; renuevan sus gestos de perdón y de ofrecimiento de la salvación, principalmente con el Bautismo, la Penitencia y la Eucaristía; ejercen, hasta el don total de sí mismos, el cuidado amoroso del rebaño, al que congregan en la unidad y conducen al Padre por medio de Cristo en el Espíritu. En una palabra, los presbíteros existen y actúan para el anuncio del Evangelio al mundo y para la edificación de la Iglesia, personificando a Cristo, Cabeza y Pastor, y en su nombre”, manifestó el beato Juan Pablo II en la exhortación apostólica Pastores Dabo Vobis.
Para el vicario de Educación de la Arquidiócesis de San Juan, Padre Juan Santa, un buen sacerdote debe ser un hombre de adoración y un amigo de Jesús. “Tiene que conocer, verdaderamente, a Cristo, tener conciencia de que es un enviado y pensar y sentir con el pueblo”, apuntó.
El vicario del Santuario Divina Providencia de la Arquidiócesis de San Juan, Padre Marco Rivera, coincidió con Santa. “Tiene que ser una persona de adoración, que esté en comunión con Cristo. Una persona de recta intención y de coherencia de vida. Hay que vivir lo que se dice en el púlpito y estar preparados para servir 24 horas, los siete días de la semana, tanto en los momentos alegres, como en los de dolor y dificultad”, abundó.
Por su parte, el vicario de Desarrollo de la Arquidiócesis de San Juan, Padre Ángel Ciappi, explicó que el sacerdote debe tener como meta la evangelización. “Debe ser líder y guía en el proceso del encuentro de la comunidad con Dios y en el encuentro con el hermano. Tiene que ser capaz de atraer y acercar a las personas,” sostuvo.
De igual forma, el vicario Pastoral de la Diócesis de Caguas, Padre Feliciano Rodríguez, relató que, “un buen pastor debe poseer fe y un cariño especial por las personas. No puede insultar ni maltratar a nadie. Debe asegurarse de atender a los más débiles, a los que sufren. También, es bueno que tengan alegría y un buen humor”.
A modo de consejo a los jóvenes que se encuentran en los diferentes seminarios conducentes al sacerdocio, los entrevistados advierten a los estudiantes que ser sacerdote no es una tarea fácil, pero es la experiencia más gratificante. “Que tengan siempre en cuenta que no hay nada que tenga tanto valor como la amistad con Jesús. Todo lo demás debe dejarse a un lado para darse a Él”, apuntó Padre Juan Santa. Asimismo, el Padre Marco Rivera les recomienda a los alumnos “que perseveren en el encuentro con Jesucristo. Hay que dar el máximo, ser humildes y dejarse formar por el Señor”.
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